Reí al escuchar cómo Alexia contaba el soborno que le hizo al profesor de literatura, vaya que estaba loca y lo peor que era mi amiga.
-...Y le dije que si no pasaba ese examen subiría a las redes el vídeo del antro donde estuvo- sonrió orgullosa mientras que yo solté otra carcajada. Esta chica sí que estaba loca.
-¿Y qué...? ¿Lo pasaste?- pregunté retomando el aire, mis mejillas dolían fuertemente.
-Pues claro, pero aun tengo el vídeo para otro "encuentro"- me guiñó el ojo haciendo comillas con sus dedos. Ya me imaginaba a lo que se refería con "encuentro"- Pero eso será en otro momento, cuentame de tu chico misterioso, eh- me dio con la punta de su puntiagudo tacón en la rodilla. Solté un quejido y le saqué mi dedo medio.
-Pues, me ha estado enviando rosas blancas y chocolates, aunque tengo todas las ganas de conocerlo.
-Pues ve a conocerlo, duh- hizo aquel sonido de "duh" que tanto odio, le di una patada en la rodilla.
-No es tan sencillo, Alex, es como si yo estuviera atada a sólo sus condiciones, tendré que hacer lo que él diga porque no hay forma de que yo me comunique con él...- murmuré.
-Pero si estudia aquí, como tú dices, puedes enviarle notas, qué se yo. Alguna solución tendrá- la miré curiosa, tenía toda la razón. Podía enviarle notas o escribirle algo en el salón del profesor P. James ya que nos tocaba clases juntos pero era exponerme a que se enteraran los demás, y con los demás me refería a los cuatro imbéciles que me molestaban.
El timbre de entrada a clases me sacó de mis pensamientos y me levanté junto a Alexia para comenzar a caminar al aula.
Cuando iba entrando a mi clase, pasó Adam junto a mi y tropezamos haciendo que tirara mis cuadernos al piso; solté un suspiro de frustración y comencé a recogerlos porque sabía que él no me ayudaría, pero para mi sorpresa se bajó para ayudarme a recogerlos, cosa que me sorprendió de sobremanera y lo miré incrédula. ¿Era éste el mismo Adam que me molestaba junto Mateo, Amanda y Olovia? Seguramente estaba alucinando y era todo un espejismo, sí, eso era.
-Lo siento mucho, ten- tendió los libros de la clase hacia mí, yo aún no podía creerlo.
-Y-yo.. eh.. gr-gracias- soltó una risa al escucharme y negó con la cabeza. Joder, estoy tartamudeando.
Ahora las palabras no te salen, bravo Valery. Vas a quedar como estúpida.
No vengas a molestar, ¿sí? Esto es muy extraño.
-Eh.. sé que no he sido muy cordial ni amistoso contigo pero me gustaría comenzar de nuevo- sonrió con su perfecta sonrisa.
Fruncí el ceño.
Bésalo, ahí mismo, dale.
-¿Estas desubicado o necesitas un favor, Adam?- puntos para Valery, el chico guapo va perdiendo.
-No, es sólo que... no estoy ni estuve de acuerdo con lo que hacían mis "amigos"- hizo comillas con sus dedos.- así que por eso te lo digo, espero que no te incomode.
-Pasen, niños, hablan en la hora libre. Ahora estamos en clases- me sobresalté al escuchar a la profesora de francés detrás de mí, así que tomé mis libros y fui hasta mi asiento.
Era muy extraño lo que acababa de pasar y más extraño que Adam me recuerda a un chico, pero no sé dónde lo vi ni quién es... ¿Qué más cosas me pasarán, señor? Y solté un suspiro de frustración.
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El chico de las cartas.
Teen FictionValery Halls es una chica con una vida normal de adolescente, pero su vida da un giro de 160 °C cuando comienza a recibir cartas de un anónimo que dice estar enamorado de ella. ¿Será que es la total verdad? o ¿aquel anónimo esconde algo detrás de e...