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- Entonces... ¿quieres salir hoy en la tarde? - terminé de cerrar mi loker y, casi ahogándome, volteé para mirar a un nervioso (pude notar) Adam.

Había llegado hace unos minutos para saludar y hablar conmigo, sólo que la parte donde me invitaba a salir había olvidado mencionarla.

- ¿Es una cita? - solté con curiosidad.

- Eh.. si no quieres no pero bueno, yo creo que sí. - rascó su nuca trabándose con las palabras. Noté que me miraba fijo tratando de adivinar algunas de mis expresiones, habrá notado que estaba totalmente confundida de su repentina invitación ya que no habíamos cruzado más que unas cuantas palabras en la semana.

- Me encantaría. - dije por fin.

Relajó su ceño sonriendo, opté por relajarme de igual forma.

- Genial. Paso por ti a las 17:00. ¿Te parece?

- Me parece. - asentí.

- Bien, yo tengo que irme. Tengo matemática. - hizo una mueca de fastidio a la cual yo me limité a sonreír y despedirme con la mano mientras se alejaba.

Luego de eso no lo vi más, la tierra se lo tragó seguramente.

O está preparando la cita perfecta, qué desconfiada eres.

Tal vez mi subconsciente tendría razón, quién quita que sea un buen chico.

-

- Estás hermosa. - guiñó un ojo.

- Gracias, tú igual. - devolví el guiño, él soltó una carcajada negando.

- ¿Estoy hermosA? - resaltó la A con un tono divertido.

Hijo de la grandísima, él sabía a lo que yo me refería.

Me limité a rodar los ojos.

- Sí, hermosA. - pronuncié. - Al fin tengo a mi amigo gay. - reí para mirarlo y su expresión cambió a una de burla mientras me miraba.

- ¿Amigo? - arqueó su ceja izquierda esperando respuesta.

Su pregunta me llegó de sorpresa, fruncí mi ceño tratando de buscar si de verdad podía considerarlo mi amigo.

- ¿Entonces qué somos? - contesté irónica, él río.

Desprevenida, me tomó por la cintura acercándome un poco hacia él, juntó sus labios contra mi oreja para susurrar unas palabras.

- Lo que tú quieras, nena. - quedé estática, sintió mi cuerpo tenso contra el suyo lo que bastó para subirle el ego.

- No seas necio. - negué rodando los ojos al separarme divertida.

- Algún día quedarás bizca de tanto rodar los ojos. - alborotó mi cabello con sus manos.

- Aún seré linda. - me encogí de hombros tratando de sonar lo más seria posible, él me miró juguetón.

- No creo que más que ahora.

Rodé por milésima vez los ojos y me encaminé ya dentro del parque, parando para sentarme en una de las bancas frente a la fuente, viendo como los niños pequeños y revoltosos jugaban en el verde césped.

- ¿Quieres un helado? - escuché que dijo al llegar a mi lado. Asentí.

-

Unos minutos más tarde, ya estábamos comiendo helado sentados en el césped, con la suave brisa que vagaba por nosotros.

- Hey. - lo llamé, volteó a mirarme confuso. - tienes un poco de helado acá. - con mi dedo, toqué el invisible helado que yacía en su mejilla.

- ¿Acá? - preguntó aún más confundido tocándose la mejilla.

- Sí. - asentí lo más seria posible, mientras untaba un poco de helado con mis dedos. - ¡Acá! - embarré toda su mejilla de helado soltando una carcajada luego de ello.

Había quedado lleno del contenido y no pude reprimir la risa, me miró negando divertido mientras limpiaba su mejilla.

- Tú también estás llena. - antes de poder hablar, su mano había chocado contra mi frente vaciando su contenido.

Yo sólo seguí riendo sin parar, lo que causó un gran dolor en mi estómago por quedarme sin aire, aún así, seguí llenando su rostro de mi preciado helado de vainilla.

Y así, había comenzado una guerra de helados.

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⏰ Última actualización: Nov 22, 2016 ⏰

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El chico de las cartas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora