SINOPSIS

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Todo aquello parecía una asamblea importante. Y lo era. Habían reunido a los doce ministros más importantes de los Estados Unidos en la Casa Blanca para discutir sobre un tema, aún desconocido para los ministros.

Cada persona en la sala tenía asignada una silla, un vaso con agua y una tableta.
Había cuatro guardias, por si algo salía mal o alguien se revolucionaba. Todos se sentaron en sus respectivos asientos y prestaron atención a la persona que había en el extremo de la mesa. Era un hombre de unos cincuenta años con el pelo blanco y aspecto frío y calculador. Se hallaba de pie. Éste empezó a hablar.

-Los Estados Orientales nos han culpado de la muerte accidentada de uno de sus soldados. Infiltrados en sus bases nos han informado que tienen una emboscada contra nosotros en su honor. Aún están planificando y puede que les lleve un año prepararlo todo.

-¿Y que sugiere que hagamos?- intervino una mujer sentada en la fila derecha del hombre.

-Tenía un par de ideas pero eran demasiado caras.

-¿Entonces? No nos podemos quedar de brazos cruzados. -soltó un hombre de unos treinta años con la voz más cálida que el anterior.

-Tienes razón. No podemos quedarnos quietos mientras ellos preparan a saber qué para nosotros. Había pensado en formar... -hizo una pausa para dar más misterio y de momento una sonrisa apareció en su rostro-. Un ejército de adolescentes. -miró a todos con entusiasmo. Tras la capa fría de sus ojos se ocultaba un brillo de felicidad, de júbilo. Una emoción que parecía casi imposible de ver en la mirada de aquel hombre.

-¿De adolescentes? -preguntó otra mujer, bastante joven. Unos veinte o veinticinco años. No parecía demasiado convencida.

-Piénsenlo. Haríamos frente los Orientales en poco tiempo y con poco dinero.

La sala se llenó de murmullos y algún que otro grito. La gente movía sus brazos frenéticamente mientras hablaban rápido. El sonido del cristal rompiéndose calló a todo el mundo. El hombre del pelo blanco frunció el ceño mientras observaba un tajo que se había hecho en la mano.

-¡Cállense! -gritó mientras observó que todos le prestaban atención-. No he pedido su opinión, sólo quería informarles. Vamos a empezar a reclutar a gente para El Ejército dentro de poco.





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