Capítulo 4: Un juego Sangriento 2/2

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-Te prometo que vamos a divertirnos mucho-. Sonreí mientras deslizaba la navaja sobre sus piernas, sólo un poco más, y la hoja entraría profundamente dentro de su delicada piel, ella sólo temblaba.

-Hay juguetes mejores, si te gustan más armas podrías probar con pistolas de juguete.

-Yo las odio...-. Mi mente se detuvo, quedando en blanco, vino a mi cabeza un maldito recuerdo...

-¿Por qué las odias?- me preguntó

-Dije que dejaras de hacerme malditas preguntas- contesté bruscamente- las odio desde ese maldito día en que estuve en el cumpleaños de Billy...

-¿Qué más pasó en el cumpleaños?, ¿Fuiste aunque tu hermano se fuera detenido?-. Me preguntó.

-Aún recuerdo ese maldito día... ese dia Randy y sus infelices amigos fueron por mi, me hicieron un daño irreparable... pero eso a ti no te importa- reclamé mientras razgaba con el bisturí sus medias lentamente a punto de cortarla a ella también-. Es una lástima que con esto no pueda apuñalarte, pero no te preocupes, iré poco a poco, lentamente, o ¿Prefieres que sea rápido?.

-Detente, dijiste que si te ayudaba, no me harías daño.

-Yo jamás dije eso, sólo dije que si lograbas ayudarme como decías, no te haría tanto daño antes de irme, pero aún así te haré muchas cosas.

-Estas enfermo... Jeff necesitas ayuda...

-¡¡Tu no puedes ayudarme!!.

-No estás bien.

-¡¡ESTOY BIEN MIRAME LO JURO!!... no necesito de nadie- contesté rozando el bisturí por su fino cuello sobre una de sus venas que lograba ver a través de su blanca y traslúcida piel.

-¿No necesitas de nadie?, y que hay de tu familia.
...

-Nunca nadie ha estado conmigo...

-Necesitas ayuda Jeff- pudo decir en voz baja, casi intentando calmarme.

-¿Tu crees que necesito ayuda?, y suponiendo, aunque así lo fuera, tú nunca podrías ayudarme, porque jamás podrías entender como me siento, así que no puedes hacer nada por mí.

-Entonces... déjame entenderte... ¿Porque no me haz asesinado aún?-. Su voz se cortó.

-Porque haz estado todo el maldito rato, haciéndome preguntas- Respondí - Cada vez que intento hacer algo, me interrumpes preguntándome cosas, parece que eres tú la que esta torturandome...

Malditos psquiatras, doctores, o la mierda que sean, realmente me estaba volviendo más loco aún estando en el infeliz hospital.

-Mírame, eres tú el que está torturandome, yo estoy amordazada sin poder defenderme-. Me replicó quejándose

-Las ataduras que yo tengo, son mucho peores, no se pueden desatar tan fácilmente como las tuyas...

-¿Por qué haces todo esto, Jeff?.

-Tengo tanta rabia y dolor, que a veces quisiera matar, solo matar lenta y dolorosamente- respondí mirándola a los ojos- hasta a ti, me gustaría verte gritar, sin que nadie pueda ayudarte, pero JAMÁS SERÍA SUFICIENTE, JAMÁS ... porque ni siquiera el sufrimiento más sádico, podría compararse al dolor psicológico que yo ya sufrí...

Mi voz se cortó, ella solo me miraba con miedo, lo sentía, pero al mismo tiempo casi compadeciendose de mi, que mierda, yo soy el maldito asesino, y ella es quién me está torturando, sin siquiera haberse puesto de pie, ahí estaba tendida en la cama, mirándome fijamente entre sus cabellos rojizos como la sangre.

-¿Qué pasó después de que se llevaron a tu hermano?.

-Deja de hacerme malditas preguntas- la interrumpi lanzándome sobre ella- Te voy a matar ahora mismo-. Sonreí con el bisturi entre mis dientes.

Ella intentaba resistirse, haciendo fuerzas, moviéndose de un lado a otro.

-Deja de moverte o vas a terminar sin un ojo antes de que te mate-. Le advertí.

-¡No!-. Gritó dándome una bofetada en la cara, había logrado zafarse de un brazo.

Perfecto, con que quieres luchar, eso lo pone más interesante.

-Así me gusta, mientras más te resistas, más me gusta-. Pude reír, estando sobre ella, mientras la apresaba entre mis piernas contra la camilla, con una mano sujetaba su brazo y con la otra el bisturí.

Podía sentir nuevamente ese ardor dentro de mi, realmente quería matarla de una vez, pero por otro lado el hecho de que se resistiera tanto, estaba haciendo que me gustara aún más lo difícil que era, definitivamente estaba seguro de una sola cosa, me iba a divertir mucho.

-Eres muy linda, pero te verías más linda con una sonrisa como la que yo mismo me corté-. Dije mientras rozaba el bisturi por una de sus mejillas, ella intentaba moverse, pero cualquier movimiento en falso le costaría algunas gotas de sangre.

-No... no... no...-su voz se cortó por un minuto, pero luego abrió los ojos de golpe-. Yo no las necesito, yo puedo sonreír por mi misma.

...

-¿Te gusta hacerme esto?- pregunté mirándola a los ojos, acercando mi cara a la suya, apenas estando a un par de centímetros- ¿Te gusta hacerme daño recordándome mi pasado?, ¿Te gusta verme así?.

-Jeff, Necesitas ayuda, estas enfermo, mírate... yo no te he hecho nada...

-¡¿Quién es más enfermo?!, ¿Yo que quiero cortarte o tú que me torturas abriendo más y más las heridas que ya tengo?- la interrumpi -Miranos, no tenemos muchas diferencias, yo te haré daño para que tú no me lo hagas a mí, y tú estás haciendo lo mismo... La única diferencia es que tú tienes mas ventaja de la que crees, porque no necesitas de una maldita arma para hacerme daño.

-Yo no quiero hacerte daño-. Me interrumpió.

Sólo nos miramos a los ojos por un par de segundos, ¿Realmente quería ayudarme?, Tenia razón hace un buen rato pude haberla asesinado... en que diablos estoy pensando, nadie puede ayudarme ¡NADIE!, ella solo dice eso para que no la mate, pero... soy un maldito asesino y eso nadie lo va a poder cambiar.

-Me vas a tener que perdonar, pero no haz podido ayudarme, y ya no puedo más, no puedo aguantar más, te voy a matar-. Sonreí, apretándola entre mis piernas, y dirigiendo el bisturí nuevamente a su pálido cuello justo sobre su fina vena, en su rostro se dibujó una expresión de miedo y aflicción, su corazón se aceleró demasiado, podía sentirlo latir debajo de mí, justo sobre mi pecho, el mío también se estaba acelerando, hace tiempo no me sentía así, aun así, no se qué, pero algo era distinto...

GO TO SLEEP [Jeff The Killer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora