Capítulo 9: Dolorosa Sonrisa.

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-¿Qué?, ¿Por qué me miran así? ¿Qué pasó con mi cara?-. Pregunté sin saber el porqué de sus expresiones, nadie fue capaz de responderme...

Salí corriendo de la cama hacia el baño. Me miré en el espejo y vi la causa de la angustia y impresión de mi familia. Mi rostro...-. Mi voz se cortó, un nudo no dejaba salir la voz de mi garganta.

-¿Jeff, te sientes bien?.

-Mi rostro. Estaba... Completamente quemado. Mis labios se quemaron, ahora parecian una sombra profunda de color rojo. La piel en mi rostro se convirtió en un color blanco puro, y mi pelo chamuscado cambió de marrón a negro.

Poco a poco, puse una mano sobre mi rostro, mi piel quemada se sentía como una especie de cuero. Volví a mirar a mi familia, todos estaban mirándome, luego de nuevo me miré en el espejo.

-Jeff- me dijo Liu acercándose a mi-No está tan mal ....-. Casi consolándome, como si sintiera pena o compasión por mí.

-¿No es tan malo?- lo interrumpí- ¡Es perfecto!.

Toda mi familia quedó completamente sorprendida...

Sentía una gran angustia dentro de mi, pero ¿Qué podia hacer?, ¡Nada!, el daño ya estaba hecho, definitivamente algo se quebró dentro de mí, desde ese incidente, volví a mirar mi reflejo, y comencé reír incontrolablemente, mientras tocaba mi rostro, entre mis manos que temblaban, no podía calmarme.

-Uh... Jeff, ¿estás bien?.

-¿Estar bien?- Me volteé hacia ellos -¡Nunca me he sentido más feliz! Ja, Ja, Ja, Ja, Jaaaaaa, mírenme, este rostro combina a la perfección conmigo!.

No podía parar de reír mientras me miraba en el espejo, me veía irreconocible. ¿Realmente era yo?, No podía creerlo.

-Doctor, ¿Está bien mi hijo?- preguntó mi madre -Bueno, ya sabe, ¿en la cabeza?.

-Oh sí, este comportamiento es típico de los pacientes que han tenido grandes cantidades de calmantes para el dolor- Aclaró el médico mientras me miraba fijamente analizándome como si yo fuera un maldito objeto- Si su comportamiento no cambia en unas pocas semanas, tráiganlo de vuelta aquí, y vamos a hacerle un examen psicológico.

-Oh, gracias doctor- Agradeció mi madre, mientras ponía una mano sobre uno de mis hombros -Jeff, cariño, es hora de irse.

No podía dejar de mirarme en el espejo, solo sonreía, y veía lo irreconocible que era la persona que estaba enfrente mío, Yo mismo.

-Ay mamá, ja, ja, jaaa!- No podía parar de reír, si paraba de seguro me quebraria. Margaret, me llevó caminando del hombro por los pasillos blancos y frios, a la recepción del hospital.

-Esto es lo que traía- dijo una señora detrás de un mostrador, entregando a mi madre los pantalones y la sudadera blanca de aquél dia, solo que ahora estaba limpia de las manchas de sangre. Pero no importaba a decir verdad, estaban hechos un manojo de trapos quemados y cenizas, es una lástima, era una bonita sudadera, pero bueno, no será difícil conseguir una igual. Pensé.

Todo el viaje de vuelta a casa, permanecí callado, en el reflejo de la ventana, podía observar mi rostro una vez más, como un ánima que me perseguía y observaba siniestramente. En cualquier momento, me quebraria, solo intentaba no dejar de sonreír...

Una vez en casa, Margaret mi madre, me tomó del brazo, y me llevó a mi habitación para que descansara. Me pasé toda la tarde mirando hacia el techo de mi cuarto, hasta que cerré mis ojos cansado, al fin estaba en casa, suspiré con las últimas fuerzas que me quedaban...

Desperté a media noche, ¿Todo había sido un mal sueño?, ¿haz sentido esa fugaz sensación de alivio después de despertar de una horrible pesadilla?, así me sentía yo, pero esta sensación de alivio efímero desapareció, cuando toqué mi rostro, maldición. ¿Por qué todo eso tenía que pasar?, ¿Acaso lo merecía? , ¿Por qué a mi?, todo fue tan rápido que ni me dio tiempo a reaccionar, si antes me desconocía en pensamientos, ¿Qué va a ser de mi ahora?, este rostro no es mío, este no soy yo, tan ajeno a mi mismo me sentía, que necesitaba mirarme una vez más al espejo, para no olvidar quien era...

Salí sigilosamente de mi habitación sin hacer ni el más mínimo ruido, y fuí hacia el cuarto de baño, encendí la luz, y ahí estaba frente a mí, ese 'alguien' desconocido. Me apoyé de espaldas contra la pared, y caí sentado sobre el suelo, no podía, no tenía fuerzas para seguir de pié.

Realmente no estaba bien, pero tampoco quería que me vieran débil, ¿Hay algo más desesperante que fingir que estás bien, cuando sólo quieres llorar?, miré nuevamente el espejo - Sólo tienes que sonreir- me dije a mí mismo en mi mente, aunque ya no podía, era inútil, prefería estar muerto, pero era demasiado cobarde para acabar con mi vida, y demasiado injusto hacerlo, siendo que dos de los que me hicieron esto, seguían vivos como si nada.

Todo era tan extremo, realmente, deseaba herir a alguien, necesitaba sacar dentro mío toda la angustia, toda la rabia. No podia aguantar más el dolor dentro de mí, dí un golpe a todo lo que había sobre el mostrador del espejo, arrojando todo al suelo.
Sentí una punzada en mi mano, era sangre, me había cortado con una navaja de mi padre, me agaché a recogerla, el filo estaba manchado del color rojo que goteaba de mi mano, haciendo manchas en el suelo, la limpié, y en el reflejo de la hoja, ahí estaba nuevamente, mi maldito reflejo, una pálida cara triste que desconocía - Vamos Jeff, no puedes dejar de sonreír- Ya no podía, no podía, aguantar más.  Llevé la navaja hacia una de mis mejillas...

-No puedes dejar de sonreir- Corté la piel de un lado de mi rostro, y luego el otro en forma de sonrisa, primero eran tan sólo manchas de gotas, luego Cada vez más y más, hasta formar una charca de sangre debajo de mí ...

Ni hablar de dolor físico, me pareció no sentir nada, o quizás el dolor que ya sentía dentro de mí, ya era lo demasiado fuerte, para ser débil en ese momento...

Por un segundo reaccioné al ver mis manos manchadas de sangre, -¿Qué te estaba pasando Jeff?, este no eres tú, ¿Por qué estás haciendo esto?-. No podía creer lo que estaba viendo, cubrí mis ojos, no quería ver más, las caras de temor y miedo de mi familia, ese rostro que desconocía, la sangre que caía al piso, gota a gota, cuyo eco resonaba en el silencio de la cerámica...

Ya no quería ver más, -¿Por qué?, Jeff, ¿Qué te está pasando?, Tú no eres débil, no puedes serlo y menos ahora -Una voz decía en mi cabeza- Tienes la solución en tus manos...

Después de un rato, oí pisadas que venían hacia el baño, la puerta se abrió con un rechinido.

-¿Jeffrey, hijo estas bien?- era mi madre- Jeff, ¿qué estás haciendo?.

Me volteé hacia ella -No podía seguir sonriendo mamá. Me dolió después de un tiempo, pero ahora, puedo sonreír para siempre...

-¡Jeff tus ojos!-. Me interrumpió revelando una horrible expresión de horror hacia mí. Jamás olvidaré esa mirada.

-No podía ver mi rostro después de lo que pasó y de lo que hice, me cansé y mis ojos comenzaron a cerrarse. Me quemé los párpados, mamá- Sonreí- ahora siempre podré ver... Mi nuevo rostro.

GO TO SLEEP [Jeff The Killer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora