Uno

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Su rostro se palideció, sus ojos me miraron con tristeza mientras yo fingía una postura fría e indiferente.

No va a ser fácil, me había dicho a mí misma unas semanas atrás cuando mis padres decidieron que sería buena idea entrometerse en mi vida, jamás estaban conmigo, yo no parecía importarles. Pero de repente eso cambió cuando recordaron que estaba por cumplir mi mayoría de edad, lo que me dejaba legalmente a cobrar herencia, sabía que debía buscar un hombre que sus padres tuvieran  tanto dinero como los míos, para mis padres un buen futuro era en dónde pudiera obtener más oro, solo ganar dinero, no perderlo.

Nunca me gustó ser materialista pero el dinero era algo que siempre había tenido y no deseaba perderlo, mucho menos desheredarlo por mi capricho de creer en el amor.

— No juegues con eso. — su voz se distorsionó en un susurro lastimado mientras negaba lentamente con la cabeza. Tratando de convencerse a sí mismo que aquellas palabras no habían salido de mi boca.

Me armé de valor mentalmente para continuar con mi actuación. Di un suspiro parecido a uno frustrado, rodando los ojos lo hice parecer más natural.

— ¿Por qué jugaría? — respondí obviando.

Mordí mi lengua sin que él se diera cuenta, debía resistir, si quería que se olvidara de mí tenía que lastimarlo, debía ser una completa perra, por un momento le dolería pero con el tiempo terminaría por olvidarse de mi.

Se encogió de hombros, sus ojos decaídos.

— ¿No me amas?

Su pregunta me tomó por sorpresa y me obligé a negar de inmediato. Sabía cuánto lo estaba lastimando, sabía que me odiaría por siempre, pero el odio se desvanecerá con el tiempo, en cambio si me siguiera amando... no quería que sufriera por mí, solamente.

—No, no te amé nunca.

Mentí. Le mentí de la manera más vil y ridícula, y él me creyó.

Sus ojos se cristalizaron y sentí como en cualquier momento me largaría a llorar yo también. Dolía como la mierda, me hacía daño mentirle pero debía hacerlo.

Endurecí mi rostro, intenté dejar de respirar por unos segundos para poder tranquilizarme internamente.

— ¿Por qué? — el tono herido que utilizó no me pasó desapercibido, y mi alma lloró al verlo deshacerse frente a mí.

—Conocí a alguien. — miré mis uñas fingiendo desinterés, pero solo trataba de ocultar mis ojos cristalizados.

No sabía cómo es que lo estaba logrando, no tenía idea de cómo podía hacerlo sonar tan real, ¿Cómo podía ser tan cruel por fuera si por dentro estaba cayéndome a pedazos?

— ¿Le quieres más que a mí?

Nunca, mi amor. Nunca querré a nadie más que a ti.

—En realidad sí. — Cuando pude soplar las lágrimas, levanté mi rostro. No podía dejar que viera mis lágrimas, o sabría que estaba mintiendo.

— ¿Desde hace cuánto estás con él?

Tomé el aire que me estaba faltando disimuladamente, y miré al techo pareciendo una completa bruja. Jamás me había comportado así, con nadie.

— Unas semanas quizá, no estoy segura ¿Importa acaso? — achiné mis ojos y coloqué mis manos en mi cintura.

Negó lentamente con la cabeza y agachó la mirada un segundo, tomando una dolorosa respiración.

Mariposa Azul (She)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora