Prólogo.

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Cogí el dinero que mi padre me ofrecía y salí disparado de casa. Llegaba tarde, como era de costumbre. Atravesé dos calles corriendo lo más rápido que pude hasta que llegué a la plaza en la que había acordado verme con ellos.

—Ya era hora. ¿Dónde estabas? —Preguntó Charlotte. Levanté una mano indicando que me diera unos minutos para recuperar el aliento y después volví a posarla en mi rodilla.

—Me despisté, Lotte—contesté.

—Siempre lo haces—se carcajeó Dylan.

—Cállate. ¿Y Casiddy?

Casiddy era mi novia. Las últimas semanas no la había visto ya que ella había hecho un viaje a Nebraska para ver a sus tíos y yo no pude acompañarla.

—¿Me buscabas? —Oí su voz a mis espaldas. Me giré y esbocé una sonrisa. Se acercó a mí y me abrazó. Yo la abracé a ella.

—¿Vais a tener sexo desenfrenado esta noche?

—Ed, no—dijo Casiddy.

—Pues yo creo que deberíamos celebrar que por fin todos hayamos vuelto a San Francisco—propuso Lotte.

—Podríamos salir esta noche—propuso Dylan.

—Creo que es buena idea, pero Axel y yo nos tenemos que ir—Casiddy me guiñó un ojo. Sonreí y le di la mano.

—¡Usad protección, cabrones! —Gritó Eddy.

—¡A saber qué haces tú con Charlotte esta noche! —Le grité de vuelta. Casiddy y yo caminamos en dirección a su casa. Una vez allí, preparamos café y nos sentamos en el sofá.

—Te he echado de menos—habló.

—Yo también, Cas. No sabes las ganas que tenía de volverte a ver...

—Ya estoy aquí—sonrió—. Podemos hacer lo que queramos.

—Suena bien—sonreí.

—Estoy intentado tener auto control pero si me sonríes así es muy difícil...

—A la mierda el auto control.

Puse mi mano en su nuca y la atraje hacía mí, estrellando mis labios contra los suyos. Ella no tardo en rodear mi cadera con sus piernas y tomar el control del beso. Profundizó el beso cuando su lengua acarició la mía, primero suave y lento y luego fuerte y salvaje. Sus manos atraparon mi camiseta y tiraron de ella hacia arriba, luego hice lo mismo con su top. Mi boca abandonó la suya para hacer un camino de húmedos besos por su mandíbula hasta llegar a la curva de su cuello, gimió cuando le hice un chupetón.

Sin aguantar más, me levanté del sofá y dejé que ella rodeara mis caderas con sus piernas, caminando a ciegas hacia su dormitorio. Nos tumbé en la cama dejando que fuera ella la primera en tocar el colchón. Torpemente desabroché su sujetador de encaje negro y acaricié su pecho.

—A-Axel... —gimió.

—No sabes cuánto te he necesitado—susurré cerca de su pezón derecho.

Sus pequeñas manos buscaron el cinturón de mis pantalones, y pronto estos desaparecieron. Lo mismo pasó con sus shorts. Busqué en los bolsillos de mis pantalones y saqué el condón que siempre llevaba encima. Me lo puse rápidamente y me volví a tumbar sobre ella, ahora completamente desnudos.

Después de besar su cuello y sus labios entré en ella con un rápido movimiento. Ella chilló mi nombre, pero la callé con un húmedo beso. Después de unas embestidas más ambos llegamos al orgasmo.

Katherine ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora