Mariposa III

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Hola a todos, perdón por la tardanza, pero he estado muy ocupada últimamente y, bueno, habrá más información en la parte de abajo. Así que, ya no molesto más. Perdón si en esta mariposa no contesto comentarios, escribí estas notas en plena clase de matemáticas, así de mucho tiempo estoy teniendo, prometo que para la próxima si lo haré.

LOS PERSONAJES DE LOK NO ME PERTENECEN, SON DE SUS RESPECTIVOS CREADORES.

Paradoja:

Mariposa III: Revelación.

Korra destacaba por muchos aspectos, por su belleza inusual que atrapaba sin siquiera proponérselo, por sus aptitudes físicas que estaban más allá de lo que cualquiera podría aspirar, por aquella personalidad explosiva y, a su vez, sumisa que llegaba a tener y muchas otras cosas más que harían de la lista de: "Cosas que hacen única a Korra" de Asami Sato, tan larga que ni todos los libros de Wan Shing Ton tendrían tanto papel para enumerarlas. Pero. Si en algo destacaba aquella morena que estaba a su lado y en la cual casi nadie podría competir con ella, era en nada más y nada menos que el apetito que siempre tenía y eso la heredera le era palpable en esos instantes. «Algunas cosas jamás cambiarán...», se decía la ojiverde mientras observaba con una estúpida sonrisa como la morena engullía todos los alimentos que tenía frente a ella. Lo panes hechos a vapor por Pema desaparecían en cuestión de segundos, la sopa de algas marinas que ella misma ayudó a preparar había pasado a mejor vida desde el momento en el que le pusieron el tazón en frente, el pescado que ahora era presa de los dientes de la Avatar parecía con cada mordida mucho más pequeño y, si a la Sato no le fallaban las cuentas, esa taza de té que tenía la maestra agua junto a ella era ya la décimo sexta que le servían dejando así la tetera casi vacía. «Sí, algunas cosas jamás cambian», se repitió a sí misma Asami sin poder dejar de sonreír, ver como la joven de ojos azules estaba a nada de atragantarse y bebía con fervor su té que tenía junto a ella, ver en ese estado a la joven de tez tostada le hacía sentir que estaba en su tiempo y no en un pasado lejano donde la posibilidad de que ambas estuviesen juntas fuese alejada.

Korra por un instante sintió como su vida se le iba gracias a un gran trozo de pan con pescado que no masticó como era debido, sin dudarlo ni un segundo tomó la taza de té que tenía junto a ella y lo bebió hasta que sintió que su garganta era otra vez libre. Exhaló aliviada para luego seguir ingiriendo los alimentos, es que, ¡Por Raava! ¡Todo era tan suculento! ¡Sobre todo esa sopa de algas que había sido la primera en ajusticiarla! El sabor tan vivido fue una experiencia insuperable para su paladar, algo le decía que aquella suculencia había sido hecha nada más y nada menos que por las manos de esa chica que estaba a su lado observándola comer con tanto ahínco, y si bien, no lo había preparado ella, sus manos si que se habían metido en la preparación de ésta, era la única explicación razonable para que tuviese ese sabor tan especial. Sin pensarlo mucho, la Avatar pidió otra ronda de todo lo que habían servido, su estómago estaba vacío desde ayer debido a que Tarrlok era un pésimo anfitrión y que jamás se preocupó por darle mínimo una manzana para que pudiese comer, así que tenía mucho espacio para mucha comida, y eso era lo que en el Templo Aire sobraba. Y más si Pema, la dulce esposa de su amargado mentor, estaba al frente del área culinaria. «¡Que Raava bendiga las manos de Pema y de mi dulce 'Sami! ¡Esta es la comida más deliciosa que hay en el mundo después de la de mi mamá!», casi lloraba Korra cuando ingirió su tercera ración.

La Avatar seguía en lo suyo mientras escuchaba a los demás discutir acerca del plan de acción en contra de Amon, antes de que la comida fuese puesta delante de los ojos azules de la Avatar, y a Asami le había parecido una estrategia realmente inteligente conociendo perfectamente el estomago de la maestra agua. Korra les había contado todo lo que recordaba de aquel incidente, desde sus visiones con Aang hasta el factor de que ahora Tarrlok había sido despojado de su control gracias a aquel enmascarado que de poco en poco se había apoderado de ya casi media Ciudad República con ayuda de los inventos de su padre. La morena estaba tan absorta escuchando la discusión que se estaba volviendo algo acalorada por parte de Lin, que no se percató de que una porción de su pan había quedado atrapada en la comisura de sus labios, pero sus ojos si que se dieron cuenta de ello y por mero instinto y costumbre, Asami extendió su mano para llegar hasta aquella migaja que la morena seguía manteniendo cautiva y, con la yema de sus dedos, la quitó rozando ligeramente la tostada piel de la Avatar provocando en ella un escalofrío de placer. Korra podía llegar a ser peor que un niño pequeño cuando comía con tanto ánimo y en más de una ocasión ella terminaba limpiándole el rostro, el torso o las piernas debido a que se ensuciaba muy fácilmente, lo que inició como una acción ocasional se le volvió costumbre y su cerebro no iba a permitir que lo dejase de lado.

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