extra III

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Presente.


—¿Y cuánto tiempo planeas estar aquí, preciosa?

Ella bufa con irritación, ya ha rechazado a este chico con anterioridad.

—¿Te ha comido la lengua el ratón, preciosa? Hace unos minutos dijiste un par de palabras, ¿ya no dirás ninguna?

Ella vuelve a bufar y a rodar los ojos.

—Lo único que dije hace unos minutos fue "no", ¿qué te hace pensar que ahora diré otras?

El irritante chico de rojiza cabellera parece sorprendido por la repentina habla de la castaña. Aquél chico no dejaba de acosarla. ¿En qué momento decidió que ir a una playa famosa por sus coqueteos era lo mejor? ¿En qué momento creyó que sería capaz de olvidar a Ben?

—No me has dicho tu nombre, preciosa.

Él no le interesa, por su mente sólo está el nombre de Ben y millones de preguntas. ¿Habrá hecho lo correcto?

—Flowers.

Lo suelta sin pensar, dice únicamente su apellido, igual que aquella vez que habló con Benjamin por primera vez.

—¿Flowers? ¿Como Flowers? ¿Tu nombre es flores? —él ríe y ella una vez más suelta un bufido.

Bufar se le está haciendo una costumbre aunque nadie puede culparla, estando rodeada de imbéciles es lo único que puede hacer.

—¿Quieres salir hoy en la noche, chica flor? Quizá deba decirte florecita o jardinera, suena lindo, ¿a que sí?

—No.

Frida en serio se ha enfadado, que se burlen de tu apellido no es divertido y menos que alguien amenace con llamarte florecita o jardinera.

—Yo no acepto un no por respuesta, quizá deba besarte y después no te arrepentirás.

Su paciencia está a poco de rebasar su límite, no está para soportar el acoso del chico.

—¿Sabes que debes hacer? —pregunta ella fingiendo interés.

—¿Qué? Cuéntame preciosa.

—Debes meterte tus intentos de coqueteo por donde te quepan.

Frida se levanta y se va, ni siquiera sabe la razón por la cuál permaneció tanto tiempo junto al pelirrojo.

Un mes, un mes ha pasado desde que escribió la última carta hacia su ex ,Ben. Pero aún no lo hace, aún no supera al chico que le robó sonrisas, besos y palabras. Aún no logra evitar sentirse melancólica en las noches.

Que estupidez marcharse para olvidar algo que recuerda a cada segundo.


.


Lentes oscuros tapan sus ojos, un cigarrillo se aferra a esos delgados labios, cada sonido le revienta la cabeza. Sus manos, secas y deshidratadas, sujetan un bolso del supermercado y una lata de granos de elotes.

Camina por el parque de la ciudad con lentitud; pareciese que largas y pesadas cadenas cuelgan de sus pies cada vez que él arrastra los pasos. A lo lejos observa una banca, de aquellas de metal frío y sin respaldo. Se decide a sentarse en ella.

Ahora que ha renunciado a todos sus trabajos y ha vuelto a casa de sus padres, se dedica a merodear por los alrededores, sintiéndose como un nómada. Por supuesto que alguna vez salió con chicas, su hambre típica de un masculino necesitaba ser alimentada.

Frunce el ceño al recordar a la última chica con la que se vio de forma lujuriosa, no sabe ni su nombre, no fue el mejor acto de su vida. Y es que tener sexo cuando piensas en alguien más no es tan agradable.

Frida.

La castaña de cabello enredado y quebradizo se mantiene en sus pensamientos día y noche.

¿Era tan fácil para ella huir?, se preguntó.

Así lo ve él, cree que Frida huyó. Cree que no fue capaz de solucionar sus propios problemas por ella misma y que por eso recurrió a su mejor amiga: la distancia.

Para ser honestos, sus pensamientos se asemejan a la realidad.

Un ligero sonido proveniente de su celular le avisa que su hermana lo llama, lo hace a diario. Evie no se cansa de rogarle -suplicarle- que persiga a Frida y que le diga lo mucho que la ama y añora.

Pero Evie aún es joven y tal vez no conoce el daño que una infidelidad causa en una pareja.

Ben apaga su dispositivo y se dispone a sacar los objetos que compró. Abre el pequeño envoltorio que contiene nueces y almendras, come unas pocas y rebusca en el interior de la bolsa hasta encontrar aquellos caramelos que tanto ama.

Son de limón y uva, antes odiaba esa combinación pero por alguna razón ahora son sus preferidos. Ya no come mentas ni mucho menos golosinas de canela, supongo que lo hace por los recuerdos.

Frida.

Es ella la que aparece en su mente a cada hora y media, la relaciona con cada asunto y cosa. Desde el cielo azul hasta la tienda de pizza grasosa.

¿Cómo dejas ir eso a lo que amaste sin control? ¿Cómo sabes si aún lo amas? ¿Cómo superar ese amor?

La razón de mi desastre [Con dolor #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora