Un escrito de los dos

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Me encontraba en el mismo lugar, esta vez no estaba sola, podría asegurar su presencia a mi espalda.

Estaba mirando fijamente, el momento en el que mi mundo cambió, pasó del tormento a la paz, un mundo donde mis lágrimas cayeron en el espacio infinito; la presencia era clara.



Quisiera que esta paz corriera hacia mí, que todo no cambie.



Ésta vez es la realidad. Haré que la paz -que está corriendo hacia mí- sea como mi sangre, que se derrame.



Esta noche, en la que me encuentro, no tendrá fin. No podré salir y es ahí cuando te vuelvo a sentir, siento tu presencia, tan cerca, juraría que estás pegado a mí, que tu carne y la mía son una sola en este momento.



Sin darme cuenta en mis ojos sigue lloviendo, las lágrimas siguen cayendo.


Y esta vez sí, no se detendrán. La felicidad está absorbiendo la tristeza como una esponja.



Me encuentro corriendo, pero no puedo salir, me ahogo en la paz, no te encuentro, no te veo, no hay rasgo alguno de ti.



Y sé que has permanecido aquí. Y sé que vives. Y sé que mueres. Todo este tiempo has estado dentro de mí, pero esto es imposible, no te encuentro.



El tiempo se está desgastando. Ahora ya no te puedo sentir, ¿Te has ido? ¿Sigues aún con vida...?



Aunque ya no te sienta, y por mucho que se complique, y por más que lo intente, y por más que piense, sabiendo que ya no te siento, nunca saldrás de mí, porque yo soy eterna y tú vives dentro de mí.



Si yo soy eterna, tú serás eterno conmigo.

El ruido de tus silenciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora