Celestial

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Emigró mi destino, nací de nuevo. Sentí tu aliento y el aroma de tu cabello me inspiró hasta dormirme en tus labios.

Brotó un río cristalino que refrescaba mi alma con el agua naciente de tus mejías. No me sació.

Resucitó en mi voluntad la virtud que fue enterrada, aún con vida, en el sepulcro eterno de mi alma. Bendita seas.

Eliminó mi mente todo egoísmo; con tu sola presencia. Convirtiendo mi resiliencia en incapacidad; mi paciencia en eternidad.

El mar te envidia y quiere absorberte, la tierra te reclama y quiere dormirte, el cielo te quiere en su regazo...

El mar, por tu dulzura; la tierra, por tu fertilidad; el cielo, por tu divinidad.

El ruido de tus silenciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora