¤Capítulo uno¤

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Eran las siete de la noche. El sol ya se ocultaba. Comenzaron a sonar los primeros acordes de "I can't quit you, baby" cuando Sergio tecleo el password de su cuenta para ingresar al Messenger. Justo en ese momento volvió a fallar el monitor de su computadora y todo se puso negro. Miró su rostro en el reflejo. "A quién miras, calvo", se dijo a sí mismo. Estaba tan orgulloso de su greña -cuando había podido tenerla- que, ahora que lo obligaron en la escuela a llevar casquete corto, siempre que se veía en algún reflejo se lo recriminaba. Se estiró por encima del escritorio y jaló el cable de corriente del monitor. Éste parpadeó tres veces hasta que volvió a encender. Cuando se restableció la pantalla, Sergio ya tenía un par de saludos en puerta: un amigo de su antigua escuela primaria y Jop. Al de su antigua escuela prefirió sacudirselo, le dijo que no podía atenderlo, que se había conectado a Internet solamente para hacer una tarea. A Jop, en cambio, lo saludo con entusiasmo.
-¿Tienes el nombre del grupo, Jop?
Jop era la forma breve de Hopeless (sin remedio) con que se autonombraba Alfredo Otis, el único amigo de Sergio en la escuela secundaria. El padre de Jop había concluido que éste no tenía ninguna esperanza de ser un empresario de éxito, como lo eran todos en su familia. Y de ahí el mote.
-Estoy platicando con una nena que dice que es ejecutivo de cuenta de un banco de Edimburgo. ¿Tú crees? -Respondió Jop.
Sergio y Jop se habían hecho amigos por el simple hecho de que Jop hablaba perfectamente el inglés y le había traducido varias letras de sus discos a Sergio. Sergio, en pago, le ayudaba a aprobar los exámenes; al menos para garantizar un siete y que no lo expulsaran (Cómo ya había ocurrido antes con otras escuelas) de la secundaria "Isaac Newton" en la que ambos formaban parte del grupo 1E. Al final resultó una amistad muy afortunada, pues eran más similares de lo que hubieran deseado admitir, ya que ambos reconocían que el otro encajaba perfectamente en ese tipo de muchachos que todo el mundo reconoce como "inadaptados".
-Pasame la dirección del grupo, Jop. Y ya no te molesto -tecleó Sergio.
-Estoy a punto de proponerlo matrimonio. A ver qué me dice.
Sergio comprendía que Jop tenía un humor retorcido. Y que uno de sus mayores divertimentos era hacerse pasar por gente mayor en la red. Pero no lo criticaba. Cada quien se entretiene como puede.
-Te voy a copiar la URL del grupo y la cuenta con la que me di de alta.
-Te debo una.
La única cosa que podía volver loco a Sergio, además de tocar la batería, era todo lo referente a Led Zeppelin. Y Jop, en sus múltiples navegaciones en el Internet había descubierto un foro de discusión en Argentina -sólo para socios - con un montón de fotos inéditas y otras curiosidades de la banda banda de rock inglesa de los años 70. Así pues, le envió a Sergio en el siguiente mensaje la dirección del grupo, la cuenta y la clave de acceso. A Sergio sólo le restaba entrar y bajar todos los archivos que pudiera sin entablar conversación con nadie, que eso de la suplantación no se le daba tan bien como a Jop.
-Bueno, Jop, te dejo. Nos vemos mañana en la escuela.
-Ja. Dice que lo va a pensar.
-¿Quien?
-La nena escocesa.
-Ni hablar. Tiene pegue tu primo.
Jop siempre mandaba, en ese tipo de aventuras, una foto de un primo suyo que tenía una beca en la Universidad de California. Sergio le dio un click a la dirección del grupo, en donde se le pidió que se identificara. Tecleó la cuenta y el password. "Bienvenido a ZappelinManía", fue el mensaje que le arrancó a Sergio una enorme sonrisa.
Hizo hacia atrás la silla y, por flojera a colocarse la prótesis, camino en saltos hacia el baño. Ya tenía bien estudiado el movimiento y por ello prefería caminar en el interior del departamento sin la pierna ortopédica. No encendió ninguna luz porque, después de ocho meses de vivir ahí, ya conocía el espacio a la perfección. Se recargo en la pared del baño, hizo pipí y volvió al escritorio. Al sentarse, se frotó las manos, como hace quien esta apunto de deborar un delicioso manjar. Pero una ventana nueva en el monitor consiguió borrarle la sonrisa.

Farkas desea iniciar una conversación contigo. ¿Aceptas?

Sergio pensó que alguien del foro de discusión lo estaba localizando. Y no pudo evitar contestar que sí aceptaba. Si el material contenido en la página del grupo lo valía, era capaz de decir cualquier cosa o platicar con quien fuera.
-¿Por qué un niño de doce años está interesado en música tan vieja? -Fue con lo que inició Farkas la conversación.
La mente de Sergio se revolucionó. Según él, no tenía alimentado ningún dato personal en ña cuenta con la que entraba al Messenger. ¿Cómo haberse dado cuenta el tal Farkas de que era un niño de doce?
-No se. Me gusta el grupo -contestó.
Farkas añadió nada. Así que, para no dejar hilos colgando, Sergio preguntó:
-¿Puedo bajar algunos archivos aunque esté chico?
-Por mi haz lo que se te dé la gana -contestó groseramente Farkas. Luego agregó-. Yo no tengo nada que ver con esta página.
-Gracias -Respondió, confundido, Sergio.
Entró a la sección de archivos y vio, complacido, que había varias carpetas con fotos, entrevistas y otras curiosidades de su grupo de rock favorito. Se dio a la tarea de explorarlo todo cuando le llegó otro mensaje de Farkas.
-¿Cuánto miedo puedes soportar, Mendhoza?
Los ojos de Sergio se abrieron enormes, "¿Cuánto miedo puedo soportar?"


☆Continúa -> -> -> -> -> -> -> -> -> -> -> -> ->

Siete Esqueletos DecapitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora