Capítulo VI

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"Tenemos que resolver muchas cosas el día de mañana". Fue lo que dijo. El día de mañana. Ya llevo cuatro días esperando que aparezca. Lo cual significa que son siete días desde que me cambié de escuela. No he podido quitarme de la cabeza a él y a esa frase. No es de importarme las personas, de hecho, con suerte me importa Derek. Pero él es distinto. No creía en las cosas que me había contado pero me sentí, cuando estaba con él, distinto y con confianza. Lo cual es raro. Me sentía bien en esos días que estaba con él. Ahora no lo encuentro. He preguntado por la dirección en donde vive, he ido a su casa pero no lo he encontrado. Me dicen que estoy equivocado, que no vive ningún Guillermo ahí. Lo he buscado en muchas redes sociales y no aparece. Y tampoco me quieren dar información de él los de mi escuela.

Estoy en la cima de un lugar y puedo ver muchas cosas a mi alrededor. Creo que estoy en el lugar en el que me llevó Guillermo el día en que lo conocí, ese lugar alto y misterioso. Siento unas manos que me rodean y son las de él, estoy sonriendo, no por qué. Me doy vuelta, por algún tipo de instinto o algo, y estoy a escasos centímetros de su cara, sintiendo su respiración en mis labios, increíblemente cerca. Cuando me voy a acercar a besarlo, su cara cambia drásticamente y se vuelve muy oscura, sus ojos, la parte blanca, se vuelven negros. Y se aleja.

Despierto con la respiración agitada y caigo en cuenta de que era un sueño, pero lo sentí real. Demasiado real. Me toco la mejilla y duele, me quedó marcado los bordes del cuaderno ahí mismo. Y estoy solo en la sala de clases. Veo la hora y es la misma hora en la que me voy a casa. Todos ya se han ido y Derek ni siquiera vino a buscarme.

¿Qué pasa? ni yo lo sé. Maldito Guillermo y sus cosas, desde que él ha aparecido todo se ha vuelto confuso. ¿Qué significaba ese sueño que se había vuelto tan real? ¿Qué significaba este sentimiento que se ocultaba en mi corazón? Guillermo es muy distinto a las otras personas. Es misterioso; es distinto; es único. Algo que otras personas no logran ser.

(...)

Mi madre me había llamado para pedirme a que fuera a comprar el pan. Aunque esté muy cansado tengo que ir igual. Miro mis pies, al caminar, resignado. Pero, sin darme cuenta, hay un pedazo de cemento más elevado al que estoy caminando. Me tropiezo y cierro los ojos esperando mi caída. Pero, antes de que mi rostro impacte con el suelo, unas manos me sostienen por la cintura impidiendo la caída. Abro los ojos, lentamente, mirando los pies de aquella persona. No quiero mirar su cara ya que mi vergüenza se apodera de mi ser. Pero lo hago. Es Guillermo. Él no dice nada. Y yo me quedo mirando a sus ojos por un tiempo que se me hace eterno. Y me doy cuenta que seguimos abrazados para, posteriormente, alejarme y soltarme de su agarre.
Llevo mi mano a mi nuca, en signo de nerviosismo, buscando algunas palabras para decirle.

-¿Qué haces aquí?-digo y me arrepiento inmediatamente por lo borde que ha sonado, añado-Digo... ¿Dónde has estado todo este tiempo?

Él me mira, frunciendo el ceño levemente -Son cosas... personales -dice mordiéndose el labio. Él está incómodo, igual o mayormente que yo.

Es que tropezarse y que alguien te sostenga antes de caer, y que conozcas a esa persona, no es algo de todos los días.

-Oh, ya veo. ¿Quieres acompañarme a comprar? La tienda está cerca de aquí- Ensancho una sonrisa, esperando que acepte.

Asiente al mismo tiempo que pronuncia-: Está bien.

Aunque suene raro, durante el trayecto, hablábamos como si nos conociéremos de toda la vida. Me resulta cómodo hablar con él, me gusta. En este poco tiempo que lo llevo conociendo siento que es maravilloso. Es un chico muy misterioso que dan muchas ganas de saber todo sobre él. O yo soy un jodido enfermo.

Estoy con bolsas en la mano y él apoyado en una muralla cualquiera de una calle cualquiera, riendo de cualquier estupidez. Sin darnos cuenta se nos ha ido el tiempo de las manos y ya se está oscureciendo.

En un impulso involuntario, me acerco más a él. Con una gigante sonrisa en la cara. Le agarro los mofletes y me acerco directamente a sus labios. Lo beso. Él se queda inmóvil ante eso pero luego, pasan tan solo unos segundos, corresponde el beso. Me acaricia levemente la espalda y yo me separo con una gran sonrisa en la cara.
-¿Qué ha sido eso?- pronuncia también sonriendo.
-No lo sé, solo sé que me gustó-digo yo y él, ante mi gesto, sonríe también. -Bueno, me tengo que ir ya que seguramente mi mamá estará preocupada. Mañana nos vemos, ¿bien?

-Está bien, adiós- dice y se acerca agarrándome de las mejillas y me besa, luego se separa rápidamente sin que yo le de tiempo a corresponderle y se va.

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⏰ Última actualización: Oct 31, 2015 ⏰

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