Cuarto día.

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Miraba la ventana, hacia un par de días que lo veía llegar después de sus labores en la biblioteca y quedarse allí, contemplando el atardecer, dubitativo con una tableta a medio comer en la mano, de vez en cuando cambiaba de posición o miraba a otro lado, no me dirigía la palabra hasta pasadas las diez de la noche cuando se sentaba junto a mí y comenzábamos alguna partida de unos de mis juegos más recientes. No sabía porque se comportaba de ese modo, casi no peleábamos pero se había vuelto relativamente pacifico, el otro día Louis, el chico mas exasperante de toda Wammys's, le dijo a Mello que parecía una chica con su flequillo recién cortado pero él no había resultado herido o con una nariz rota como era de esperarse de parte de Mello, al momento en que había dicho eso todos parecieron temblar de miedo pero él jamás se inmuto, apenas le miro.

"—¿Una niña?, ¡Bah! Ya quisieras tu que así fuera para ser tu novia, me das asco."

Eso le había dicho y después se retiro, sin molestia, sin groserías, sin maldiciones, sin nada, solo se fue llevándome de lado con un "Vámonos Matt".

Si no me equivocaba ya era el octavo día en el que asistíamos a nuestro castigo y en cifras medias el llevaba cuatro días comportándose de ese modo, apenas llegaba a la habitación, tomaba algún libro o una tableta de su cajón y se recostaba sobre el pequeño sofá que daba vista a la ventana, colocado por nosotros cuando supimos que Roger iba a tirarle de su despacho, miraba la ventana y así duraba el resto de las horas siguientes hasta que se dirigía hacia mí.

Pero al igual que siempre este día no había sido la excepción más que por un simple y pequeño detalle: yo no jugaba esta noche, y es que el castigo me resultaba tan agotador que lo primero que había hecho al llegar fue cambiarme de ropa por algo más liviano y tirarme en la cama mirando el techo, tenia frío pero no lo suficiente para querer cubrirme, estuve todo el día acomodando nuevos computadores e intercambiando operadores viejos por nuevos, además de tener que mover cada mesa con su silla a otras partes porque tengo que limpiar cada esquina, estaba agotado.

—Matt...

Gire mi rostro por la suave almohada y le mire apenas deslumbrando su silueta por la luz que entraba por la ventana, no me miraba pero parecía estar consiente cuando comencé a prestarle atención, paso por sus labios el chocolate, apenas rozándolo, pensaba detenidamente lo que fuera a decir, siempre hacia el mismo gesto desde que éramos pequeños, dudaba y pasaba el aroma del chocolate por su nariz para darse valor o pensar mejor lo que fuera a decir cuando era parte de algo muy importante para él.

—¿Qué pasa?

—He estado hablando con Near...

—¿ha?, ¿Si?, ¿sobre qué?

Y es que me mataba la curiosidad, esos dos no podían estar juntos, siempre compitiendo, siempre discutiendo o simplemente matándose con la mirada o humillándose con la misma, era algo demasiado nuevo, demasiado irreal.

Near no hablaba mucho y Mello tenia las palabras en la lengua todo el tiempo.

—... —guardo silencio un momento y escondiendo su rostro entre sus cabellos, contesto— El siempre ha estado solo...

—Pero-

Me levante y me senté en la cama correctamente. La confusión debía notárseme pues me miro y dio un mordisco a la tableta, si Mello me conocía tanto como yo a él debió imaginar que no entendía nada de todo aquello.

—Ya se, dirás que todos llegamos solos a esta casa... pero es diferente ¿sabes?, yo te tengo a ti, tu jamás me dejarías morir solo, ¿No perro?

—Pues es que es verdad —reí tontamente para regresar a mi expresión de seriedad— Ya sabes, claro que no lo haria.

—Pero él realmente jamás ha tenido a nadie y jamás lo tendrá.

Seamos Realistas. || Editando ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora