Media hora antes de que fuera la hora de entrar a trabajar, cojo mi coche y me dirijo a la oficina. Hay tráfico, como en cualquier hora punta en California, por lo que me lleva algo de tiempo avanzar. Consigo aparcar el coche 1 manzana antes de la calle donde se encuentra la oficina. Me dirijo al edificio, concretamente a la sexta planta. Al llegar me encuentro a Penélope tras el mostrador. También es española, pero de otra zona. Ella fue quien me ayudó a desenvolverme en la ciudad y mi "enchufe", sinceramente le estoy muy agradecida, porque de no ser por ella, estaría bastante tiempo "perdida" aquí.
-Buenos días, Julia.- me dijo, con la típica sonrisa que la caracterizaba.
-Hola Penélope - le respondí dándole dos besos en la mejilla.
-Tienes que limpiar una gran casa que está a las afueras de la ciudad. Toma, aquí tienes la dirección, tienes que hacer limpieza dos veces a la semana. Cuando llegues allí te dirán lo que quieren que hagas.
-Vale, gracias, cuando tengo que pasar por allí?
-Los miércoles y los lunes, es decir, tienes que presentarte hoy.
-Vale, hasta luego- me despedí de ella ya saliendo hacia el ascensor.
No me sorprendió en absoluto que la empresa tuviese otro cliente nuevo. Estaba empezando a hacerse bastante reconocida e incluso teníamos algunos clientes famosos y ricos. Por desgracia o no (porque tendría que limpiar más), a mi aún no me había tocado limpiar ninguna casa que perteneciese a esas personas.
Cojí el coche del estacionamiento y puse la dirección en el gps.
Cuando llegué vi que no era una casa grande, si no que era un mansión. Tenía un jardín en la entrada y una fuente. Era preciosa. Para entrar tuve que pasar por un control en donde un guardia de seguridad me revisó a mi y al coche, para posteriormente abrir el gran portal que llevaba a un camino de piedra.
Me adentré con el coche y cuando podía ver la puerta de entrada a la casa, aparqué el coche a un lado.
Saqué todos los utensilios del coche, mi uniforme y me dirijí a la puerta. Timbré y salió una mujer con traje y con el pelo recojido. Era muy guapa a decir verdad. Al verme con todas las cosas y el logo de la empresa en una de ellas me invitó a pasar.
- Al fondo a la izquierda tiene un baño, por si desea ir y delante de este tiene un pequeño cuarto donde puede guardar sus pertenencias. - Dijo con una sonrisa finjida.
-Gracias- le respondí.
Me dirijí al baño a cambiarme y poner el uniforme. Este consistía en una falda y un polo color salmón, con algunos adornos en blanco y azul claro. Salí del baño y le pregunté a la mujer que me había abierto la puerta que era lo que tenía que limpiar.
-Pregúnteselo al señor.- me respondió cortante.
-¿Cual?
Fue lo único que me dió tiempo a preguntar, porque tan pronto como me di vuelta, allí estaba él, El hombre que me había "rescatado".