Prólogo

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Izarra. Era un pequeño pueblo en Álava, norte del País Vasco; se sabía poco sobre él y no era muy común encontrar dos personas de ese mismo pueblo en un mismo Instituto, pues no tenían nada más que hasta primaria.

Era muy simple, y a decir verdad, cutre, pero acogedor.

A pesar de eso, siempre solía haber algo por lo que discutir, por lo que no era demasiado tranquilo.

Tenía pocas cosas de interés para los jóvenes: un parque natural donde hacer deporte, piscinas privadas, una biblioteca, el gimnasio del colegio público (el único que había), los bares y poco más.

También tenía una parte vieja, llamada: El Pueblo Viejo. Vivía poca gente y estaba un poco apartado de las tiendas y oficios; pero tenía su encanto.

También tenía un internado abandonado que se quemó, muchas casas viejas en mal estado por su jardín. Siempre vivieron por ahí los ancianos y extraños de Izarra.

Uno de ellos era Jorge Valquiria, que vivía con su esposa Maria Valquiria, Gomez de soltera. Eran una pareja extraña, el era mayor, silencioso, ansioso y terco, frío con la gente. Maria no, Maria era joven y bella, esbelta, con mirada perdida, solía cantar en un idioma en ese entonces prohibido y solo recordado por los más ancianos: el Euskera.

Todo el mundo sabía que tenían algo raro, aunque la mujer solía juntarse con otras en el bar Frontón. Nadie le creyó cuando dijo estar embarazada.

Y un día, inesperadamente, Maria Valquiria tuvo un hijo.
Pero a la extraña pareja le llegó la desgracia: su hijo había tenido un problema y nació con problemas.

Aquel día, el 13 de Julio de 1899, en la casa Valquiria, una maldición calló sobre ellos, pues Maria falleció poco después de nacer el bebé.
Jorge sin poder aguantar tales desgracias, y sin avisar, un día como otro, desapareció.

Casa ValquiriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora