Capítulo 5: Andere

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Una chica seria, poco habladora y con modales de princesa pero mal humor de bruja.

Según Jon Ander sería una tsundere .

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Por fin llegó el viernes.
Quedaron para encontrarse en la parada del autobús en Izarra.
Gentzane, Andere, Gorka, Garazi y Maite esperaban.
-¿Y porqué se supone que vamos nosotras también?
-Porqué ahora que sabéis nuestro secreto- Gentzane hizo una pausa dramática- tenéis que guardarlo o venir con nosotros.
Subieron al autobús sin muchas ganas.
Gorka y Maite se sentaron juntos y hablaban por el camino.
-No será ilegal entrar en esa casa, ¿no?
-Que más dará, está abandonada, así que como si nos quedamos a cenar.
Garazi y Gentzane hablaban sobre música y Andere se sentó detrás de ellas.
-La siguiente parada es al lado del centro comercial, ¿verdad?
Un chico que había subido con ellos se sentó junto a Andere.
-S-si...- no podía evitar ser tímida.
-Soy de Izarra, he oído que vosotros vais también para ahí.
-Si, a casa de un amigo.
-¿Jonander?
-¡Si! ¿Lo conoce usted?
-No soy tan viejo, tuteame.
Andere se dio cuenta de con quien estaba hablando.
-¿Eres Alesander?
-Claro, no se que misterios os inventáis los chicos de ahora.- se puso serio- mira que pensar que soy ruso.
-Es que nadie sabía nada de ti.
-Estos niños...

Callaron por un rato largo, cuando el bus paró en seco.
-¿Que demonios?
-¿Te has hecho daño Maite?
-El único que se ha dado en la cabeza con el asiento de delante eres tú.
-Duele.- se tocaba la frente.
Gentzane y Garazi estaban demasiado concentradas en su música para darse cuenta de que el autobús había parado en medio de la autovía, junto a los demás coches.
-¿Esto es normal aquí?
-¿Te digo la verdad?- le miró a los ojos.- No.
Andere apartó su mirada. Le provocaban pudor sus ojos negros.
-No seas tímida, se que te gustan mis ojos- sonrió sin que sus ojos cambiasen de gesto.- Oh, el autobús a vuelto a arrancar.
Le miró insegura, arqueó las cejas y miró por la ventana.
Notaba la mirada del mayor en la nuca. No le daba mucha seguridad que digamos.
-Soy Andere.- se dio la vuelta para tenderle la mano, pero no se encontró con nada más que un asiento vacío.
-¿Cuando se ha ido?- susurró.
-¿Con quien has estado hablando todo el camino, si no tienes el teléfono?
Andere miró a Garazi extrañada.
-Había un chico... El profesor misterioso. Decía que iba a Izarra también.
-¡Hay dios, pues no lo he visto!
-No grites Gentzane, ¡y quitate los cascos para hablar conmigo!

El resto del viaje se hizo corto y silencioso.
-Siguiente parada: Izarra
-Que te calles. Me duele la cabeza.- Maite pegó a Gorka.
-No hacía falta agredirme, inspectora Rodriguez de Luna.
-Vete a freír estiércol.
-¿Freír estiércol? Eso es nuevo- se partía de risa.- o fries espárragos o comes estiércol de verdad. Vitoriana...
-Español... Peor, andaluz...
-¡Hey! ¡A mucha honra!
Le sacaba la lengua mientras hablaba con acento andaluz.
Maite solía ser tranquila, pero con rabietas parecía una niña pequeña.
-Si tan andaluz eres, que has vivido tu vida en Vitoria, habla con ese acento hasta que empiece la próxima semana.

Desde el fondo de una habitación vieja, un ser miraba como llegaba el autobús y como de él salían el grupo de amigos y un extraño. Esa curiosa persona que espiaba era de tez blanca como la leche, pelo negro lacio y largo y la piel arrugada.
Donde se suponía que una vez tuvo ojos, lo único que quedaba eran cuencos negros y vacíos.

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