Capítulo 10

9 0 0
                                    

Fernán

Odiaba no poder amarlo libremente.

    Mis padres comenzaron a sospechar que estaba ocultando algo cuando notaron que salía de la casa más de lo normal. Ellos sabían, supuse, que normalmente evitaba salir cada fin de semana debido a que era bastante exhaustivo pasar tanto tiempo con mis "amigos". Entonces, se les hizo raro que comenzara a salir cada viernes.

    Comencé a salir todos los viernes por la tarde alrededor de las cinco de la tarde. A veces me iba con vestimenta demasiado casual, o incluso con ropa deportiva, pero nunca con la ropa que uno se pone cuando se supone que va a una "fiesta" o a una reunión de amistades donde el alcohol estaría presente.

    A veces Jos me llevaba al bosque a las afueras de la ciudad para caminar (aunque muchas veces "caminar" terminaba en nosotros besándonos en su coche en medio de la nada). Otras veces, me invitaba a su casa y nos íbamos a su cuarto a "platicar" o a "ver películas". Siempre se me hizo divertido cómo sus papás pensaban que nos la pasábamos intercambiando consejos y trucos del arte de seducción de las mujeres cuando en realidad compartíamos nuestras enormes ganas de estar juntos.

    Me hubiera encantado poder hacer que escucharan lo que su propio hijo me dijo: "Tú eres mi propia orientación sexual y sentimental; no quiero estar con nadie más que no seas tú".

    Él también estaba enamorándose de mí; eso me traía muchísima paz. No creía que mi corazón fuera lo suficientemente fuerte como para sufrir el dolor y miseria de un amor no correspondido.

    Parecía como si no pudiéramos tener suficiente del otro. Nos besábamos con tal pasión que parecía que los dos nos queríamos perder dentro del otro. Cuando estábamos recostados, ya fuera en el asiento trasero de su coche o en la comodidad de su cama, nos abrazábamos con tal intensidad que parecía que estuviéramos resistiendo una fuerza exterior que nos estuviera intentando separar.

    Reflexionando un poco más, me pude haber dado cuenta que en verdad sí habían varias, de hecho. Había veces que se me olvidaba que nuestro amor era prohibido. Había veces que se me olvidaba que habrían muchísimas personas que se opondrían a lo nuestro en caso de que se supiera.

Teníamos que abrazarnos con fuerza para asegurarnos de que a pesar de que miles de personas odiaran lo que éramos y lo que hacíamos, nos teníamos el uno al otro, y eso era lo único que importaba.

Sueñ@Donde viven las historias. Descúbrelo ahora