RECUERDOS

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"Nunca seras tan bueno como Jace".
Esas fueros las últimas palabras que Valentine le diriguió a su hijo mayor antes de morir.
Y ahora Sebastian, rey de los cazadores oscuros se preguntaba que pensaría su padre si pudiera ver todo lo que había conseguido, lo que ocurriría si pudiera contemplar que ahora él era el mayor temor de la Clave, aterrada por lo que los cazadores oscuros podrían hacer al mundo de los humanos y los seres sobrenaturales. Esos mismos nefilim que no podían hacer nada, por miedo a matar a sus familiares y amigos escondidos bajo los cuerpos del ejército de oscuros.
Sebastián había conseguido no solo derrotar a Jace, y privarle de lo que más amaba, Clary, que ahora dormía en la cama de Sebastian sino también dejar en claro superioridad respecto al resto de cazadores de sombras que ahora intentaban nuevamente derrocar su nuevo orden.
En una ocasión normal, después de aquella noche hubiera estado regodeandose en su ego por tener a Clary en sus brazos, pero hacía tiempo que los brazos de su hermana no lo reconfortaban como antes, concretamente dos meses.
Hace dos meses Sebastian se retiro a Londres para planear su siguiente ataque contra los cazadores de sombras y poder disfrutar de su soledad.
Paseó por las calles de esa ciudad con la vista en alto, observando como mundanos de todas las edades hacian su vida alrrededor de él, sin percatarse de tener cerca al nuevo rey del mundo.
Sebastian estubo perdiendose en esas calles durante horas, con la intención de dejar su mente en blanco y pensar en el siguiente ataque, cuando de la puerta de una librería mundana salió ella.
Al principio él no podía creer lo que veían sus ojos, habian pasado cinco años desde la última vez que contemplo esos ojos transparentes con un brillo azul que nunca había visto en otra persona, ese cabello dorado que caía en perfectos rizos justo por encima de su cintura, esos labios tan rojos como la sangre que él mismo había derramado.
Vestia con una falda de vuelo negra, con medias y botines de tacón de ese mismo color y con una gabardina roja.
Salía despistada, con la vista puesta en los libros que llevaba en las manos.
Un deportivo negro la esperaba en la otra acera, del coche se bajo un hombre de mediana edad que le coguio los libros y le abrio la puerta, a lo que ella le respondío con una sonrisa tan sincera que si no fuera porque se trataba de ella, Sebastian pensaría que era finguida. Pero nada en Bella era finguido, nunca nada que hubiese salido de su boca lo hubiera sido.
Aún recordaba cuando la conoció, no fue muy lejos de allí, en un parque cercano, después de que un pequeño Jonathan hullera de su padre, salió de noche y no tenía a donde ir, por ese entonces él era solo un niño de diez años, perdido entre las calles de Londres.
Escondido en un tobogan del parque esperando que su padre no lo encontrara y temeroso de la reprimenta que reciviría si era descuvierto.
Entonces el niño escucho unos pasos que se diriguían hacia donde él se encontraba, no merecía la pena correr, Valentine lo atraparía y el castigo sería peor, así que decidio salir y enfrentarse a su padre, pero al salir de su escondite no vio una mirada enojada, sino un precioso desteyo azul, que procedía de los ojos de una niña, vestida de blanco y azul, como si de una princesa de las nieves se tratara, que estaba columpiandose en el columpio que había al lado del escondite de el pequeño Jonathan.

-Hola- dijo esa niña con una voz dulce y diriguiendole una sonrisa a Jonathan

-Hola- respondío el muchacho desde donde estaba

-¿Que haces aqui tan tarde?- preguntó curiosa- ¿Te has perdido?

-¿Y tu que haces aqui tan tarde?- le pregunto el niño, que no quería contarle su situación a la pequeña

-Yo he preguntado antes- dijo la pequeña rubita

-Pero yo soy mayor- le respondío el niño

-Eso no lo sabes- respondío ella poniendose en pie y acercandose a Jonathan- igual soy bajita pero puede que sea mayor que tu

-¿Cuantos años tines?- le preguntó el niño

-¿Cuantos tienes tú?- preguto la niña con el mismo tono que él había usado antes

-Diez- respondio él, sin entender porque respondía a las preguntas de la niña

-Vale- dijo esta- eres mayor, ¿pero porque no me quieres decir que haces aqui tan tarde?

-¿Porque no me lo dices tu primero?- peegunto el niño

-Es que es un secreto- respondío ella- y si te lo cuento vas a pensar que estoy loca

-Cuentamelo y luego te digo lo que creo- le respondió él

-Vengo a ver a las hadas del lago- respondio la niña diriguiendo su mirada hacia el gran lago que se extendia ante sus ojos

-¿Tu las ves?- preguntó el niño, nunca antes había conocido a una niña con la visión, mejor dicho, nunca había conocido a una niña

-Si- responde ella sonrriendo- ¿Tu tambien?

-Claro- responde el niño lleno de orgullo

-Mi mama se piensa que estoy durmiendo, vivo ahí- dice la niña mientras señala una gran casa blanca que hay en la calle de afuera del parque- pero me gusta venir a verlas bailar

-¿Como te llamas?- pregunto Jonathan

-Bella- le respondió la niña- ¿y tu?

-Jonathan- respondió el niño

-Es bonito ¿y tu que haces aqui Jonathan?- pregunto la niña

-No quiero que me encuentre mi padre- respondío el niño mientras ambos observaban como las hadas iban apareciendo por el lago

-Deverías ir con él- dijo Bella- seguro que se preocupa por ti ahora

-Si- respondió el niño- de todas maneras tendre que volver con él.

Entonces Jonathan se comenzo a alejar de la niña, dispuesto a volver con Valentine, puede que no se hubiera dado cuenta de su ausencia.

-¿Volveré a verte?- preguntó la niña desde donde la había dejado

-¿Para qué?- le preguntó Jonathan

-Somos amigos- respondió ella regalandole una sonrrisa.

Jonathan nunca había tenido una amiga, la verdad ni siquiera había conocido a ningún otro niño y del único que había oido hablar era de el otro Jonathan que su padre críaba.

-Volveré a verte- dijo el niño, que aunque no lo mostraba realmente estaba ilusionado con conocer a esa niña

-Te esperare- contestó ella

Esa noche, nadie se dio cuenta de la ausencia de Jonathan y Bella como todas las noches, había conseguido ver a las hadas que bailaban para ella.
La noche siguiente Jonathan escapo de su casa para ver a Bella en el parque, y siguio haciendolo por dos años, todas las noches que su padre pasaba con el otro Jonathan.
Hasta que un día Valentine decidio abandonar Londres, para buscar a la madre de su hijo, que al parecer había ocultado a su propia hija.
Ese dia Jonathan estubo muy desolado, por no poder ir ha avisar a Bella, pero supo controlar sus emociones de la misma manera en que su padre se lo inculco, pero desde que enprendieron la marcha en busca de la hermana de Jonathan, todas las noches Bella aparecía en la cabeza del muchacho...

CAZADORES DE SOMBRAS: UN NUEVO MUNDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora