"como no te me quitas de las ganas"

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Mi afinidad con Toño por la música era increíble, era como ese vinculo que mediante dos audífonos nos daba vía libre para para conectarnos y empezar a liberar nuestras cargas, contar nuestras decepciones y comparar nuestras desdichas; aunque lo cierto es que la traga de Toño por Luisa no tenia comparación alguna, y mas aun cuando en los ojos de Toño aun se veía un brillo leve y su boca formaba un pequeño arco en señal de la felicidad que le producía escuchar la suavidad de su nombre; aunque luego parecía que todo perdía sentido, devolviéndolo a la realidad y a la neutralidad.

Por esa epoca mi relación con Nícol era algo sin nombre, pero que no por eso era menos importante, por el contrario, era cada vez mas excitante. Lo de Nícol no era el compromiso y eso era lo que me encantaba de ella, la manera como era irreverente con la vida, como vivía al maximo su juventud, como no desperdiciaba su tiempo amarrándose a una realidad insulsa solo por una persona. Pero de cierta manera sentí que ella se amarro a mi, ese día en el que en uno de sus arranques pasionales me marco el cuello con un chupón, que era mi mayor orgullo y cuya historia era mi mejor anécdota, porque fue ella quien despertó mi instinto que se rebelo en el compás del movimiento de mi cintura y mi cadera solo para ver como su rostro se convertía en una pieza ardiente con encandilados ojos amarillos. Desde ese día tengo miedo, miedo de haberme enamorado, porque no quiero ser yo quien con un sentimiento tan envidioso y posesivo la aprisione a ella a vivir mi realidad.

- Oiga, Marcelo despierte. -Me dijo Toño sacándome de mi pensamiento, sacuediendome el brazo; algo que en verdad me molestaba.

- ¿Qué? -Respondí agresivamente - Usted si es mamón no Antonio, no lo puede ver a uno tranquilito porque ya esta jodiendo.

- Que me preste el audífono pendejo.

- No sea grosero que la señora Patricia no lo educo así. -Dije con cara de serio aunque con un evidente tono de mofa. - Y qué si no se lo quiero prestar.

- No sea así Marcelo, hágale que usted es el único que tiene buena música.

Con esa frase me sentí con el poder, era curioso ver a Toño pidiendo un favor, porque generalmente era a quien todos acudíamos cuando necesitábamos uno, pero lo que mas me subió el ego, fue que una mente como la de Toño tan dispersa y en constante evolución me alabara por la lista de reproducción de mi celular. Así que le pase el audífono, coloque el Iphone 4 sobre mi pupitre, entre a la lista de reproducción y coloque "Agua"de Jarabe de palo, (debo admitir que para hacerlo sufrir un rato) pero su rostro no tuvo alteración alguna, fue como si se hubiera sumergido de inmediato con tener puesto un solo audífono, automáticamente su mano comenzó a escribir rápidamente sin reflexionar respecto a las palabras que caían sobre el cuaderno de español mientras daba su respuesta sobre la pasión como un motor de vida.

La pasión como ese sentimiento heroico que nos brinda armonía y libertad, algo que nunca pude sentir con Andrea, Alejandra, Paola o la hermana de Santiago cuyo nombre ni recuerdo. Una armonía y libertad que me brindaba Nícol cada que la veía por ahí mientras iba para el apartamento, una libertad que no quería perder por el simple hecho de enamorarme. De repente una melodía suave y melancólica se entrecruzo con los pensamiento que reproducía mi cabeza, Era "Te doy una canción" de Silvio Rodriguez; dirigí mi mirada hacia Toño quien había cambiado de hoja y con una caligrafía distorsionada por la velocidad había escrito un fragmento de la canción:

"Como gasto papeles recordándote

como me haces hablar en el silencio

como no te me quitas de las ganas"

- Si hermano, como gastas papel recordándola. -Le dije con cierta tristeza, recordando esa carta con la que mas de una en el salón se había enamorado, pero que tenia una única destinataria: la "Señorita Sherlock" ese personaje que con una demencia racional había cautivado desde un principio el corazón de mi amigo. - Pero créeme que al paso que vas no se te va a ir nunca de las ganas.

El me miro con una risa nostálgica y dijo. - Digame algo que no sepa marica.


Teoría de una carta sin entregarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora