Feel it.

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Sus ojos se cerraron al presenciar el sonido del saxofón, una de sus manos bajó por el sustento del micrófono, a medida que los instrumentos hacían acto de presencia, su mano bajaba y subía; la mano izquierda se mantenía en el micrófono. Un reflector hacía que su presencia escénica resaltara mucho más.

Sus ojos no se apartaban de cada movimiento bucal y manual que realizaba. Sus melismas eran el edén y ese cuerpo que se dibujaba con arrogancia resaltaba entre su propio reflector y la segunda piel que llamaremos ropa.

La melodía se iba apagando en un suave lamento de violines acompañados del cálido saxofón. Los ojos sin nombre se encontraron con los suyos propios y el sobre de azúcar en sus manos fue roto por sus dedos índices y pulgares.

Esa mirada, esa actitud en escena, ese porte, la prosa de su cuerpo

Era sublime

Los instrumentos descansaron en sus respectivos lugares mientras él seguía de pié, con el micrófono entre las manos, sosteniendo la mirada contraria con la suya; una sonrisa fugaz se aproximó entre sus comisuras sin saber porqué. El 'gracias' de todas las noches de presentación fue dado en un susurro cuando recobró el sentido.

El público ansiaba escuchar otra canción como de costumbre, pero el pequeño cantante aún absorto por la mirada ajena sólo atinó a decir; "Si regresan mañana y consumen demasiado, cantaré todas las canciones que deseen. Gracias por escuchar, nos vemos mañana." Era una treta, él podría cantar una semana enterar y no se agotaría, pero la mirada que recibió le descolocó en un instante. Aparte, esas palabras servirán para que los comensales regresen con más ansias y por ende las ventas del día incrementarían.

Bajó del escenario con todo el garbo que le caracterizaba, sus ojos pasaron del desconocido sentado en la mesa del fondo a la barra donde su amigo preparaba los pedidos.

-¿Qué pidió la mesa número trece?

-Espresso sin crema.

-¡¿Sin crema?! ¡Que alguien perdone a esa pobre alma! -su amigo rió ante la exagerada reacción.

-Bueno, debo llevarle su pedido nos ve- fue cortado.

-Yo lo llevaré, no te preocupes. - dijo quitando la bandeja de las manos.

Del otro lado, el extraño no podía apartar la mirada. Le resultaba misterioso el cantante, tenía un no sé qué que le causaba un yo qué sé. Era extraño.

Tomó el pedido y se dirigió hacia la mesa número trece, todos los comensales le invitaban algo de tomar cada que pasaba frente a ellos, pero amablemente les rechazaba. Sus pies a unos pocos pasos se encontraban de su destino, respiró dos veces y con lentitud dejó la blanca taza de café frente al desconocido quien al ver una misteriosa taza frente a él; levantó la cabeza topándose con el cantante de voz celestial. Por un momento había olvidado el porqué de su estadía en ese elegante lugar, hizo un pequeño movimientos de cabeza en señal de agradecimiento recibiendo así una sonrisa deslumbrante.

Habiendo ya dejado la taza de café, estiró su mano hacia la silla frente al comensal y se dispuso a sentarse en ella. Se dedicó a observar por unos minutos que parecieron horas, sus grandes ojos destellaban cada rincón del apuesto rostro frente a él. Ojos que mostraban sorpresa pero a la vez pesadez; una mandíbula firme que se mostraba imponente en esa afilada línea, su cabello peinado en una misma dirección con las marcas de los dientes del peine en ellos, el embriagante olor de su loción que osaba tocar sus fosas nasales, gruesos labios que de seguro contenían los sabores exóticos dentro y esos hombros anchos que podrían aguantar peso en ellos. Demasiado atractivo para una noche de penurias.

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