It's raining inside (I)

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JongIn disfruta su estado de embriaguez. El olor de KyungSoo es tan hechizante que no le interesa si se han abierto las puertas del infierno y que todos sufren por el maldito apocalipsis. No, nada importa porque KyungSoo está frotando su preciosa nariz en su cuello. No importa porque el olor del cantante toca sus fosas nasales con atrevimiento. No importa nada, en especial porque KyungSoo ha jugueteado con sus manos, las trazó finas por el torso de JongIn para conducirlas a la nuca del mencionado. KyungSoo es juguetón. Es travieso al dejar que sus dedos jueguen con el poco cabello que tiene en esa zona, es travieso porque deja que las palmas de sus manos toquen las orejas ajenas y bajen lentamente hasta la quijada marcada.  A KyungSoo le gusta tocar. Sus manos hacen que la cabeza de JongIn descienda un poco, sólo hasta estar a su altura, sus dedos repasan los duros rasgos y tiene miedo de cortarse un dedo con la mandíbula de su acompañante, pero a quién le interesa cuando ésta es parte de su atractivo. Sus dedos siguen recorriendo el rostro que le ha cautivado, sigue jugando, no le importa nada ya que el tiempo se ha suspendido. Sus dígitos se tornan pícaros al rozar los abultados labios que le han besado. Esos dedos dejan una sensación de deseo, escozor y rastro a KyungSoo. 

No dejan de balancearse, pero KyungSoo sabe que ya no hace falta escuchar la 'música' de JongIn porque él tiene la propia y si la junta con el otro, pues, cree que sería como un concierto para miles de personas porque el sonido, junto, sería muy fuerte. Teme espantar al otro con sus desenfrenados latidos o que dejen de tener esa intimidad. No quiere que sea momentáneo. 

Por el contrario, JongIn quiere que el otro se junte a él lo más que pueda. Sin embargo, no quiere caminar sobre cáscaras de huevo y es por eso que lo deja estar, que el otro se acerque cuando se sienta pleno. 

El movimiento es lento, casi imperceptible, pero las respiraciones y latidos agitados dicen otra cosa. No se mueven por todo el escenario, prefieren tener un pequeño espacio para poderse apreciar en la tranquilidad de la noche. Las miradas se mantienen conectadas en los ojos del otro, ahí, con deseo, atravesando los límites de cada uno. A JongIn le gusta lo que ve,  porque es la puerta al alma de KyungSoo. Sus sueños, esperanzas. anhelos, palabras acertadas, todo eso y más se muestra en sus ojos. Tiene esas pestañas que le protegen, que no permiten que cualquiera pase de visita a su mundo interno, pero ahí está, dejando que JongIn sea quien pase y tal vez invitándole a quedarse. 

Sabe cómo, él sabe cómo KyungSoo le hechiza. 

La calma noche presencia un sutil baile entre corazones que se conectan en el silencio anunciado. Hay respiraciones que juegan a calentar el rostro del otro, hay toques que inducen a buscar terreno virgen para conquistar. No hay mucho por decir porque esa noche, todo se trataba de conocer, tocar, explorar y sobre todo, sentir en plenitud. 

El paso marcado va muriendo con el lento reposo que induce JongIn. Se detiene para poder observar ese rostro mágico, al ser que es capaz de mucho y nada. KyungSoo por su lado, se siente adormecido, no quiere que el momento termine, quiere moverse al compás de JongIn y su latir, quiere seguir su camino y no moverse de su lado, pero es el alto quien detiene todo movimiento con la única finalidad de tomar su cintura y elevan su quijada con el toque de su dedo. KyungSoo está mareado, JongIn le ha otorgado la sustancia más fuerte para lograrlo. Su aroma. 

Los ojos del pequeño están semi abiertos, al igual que sus labios. Sus mejillas se han teñido con un ápice de rosado, sus manos suspendidas en el aire están, pican para volver a tocar, pero es JongIn quien da el paso para acercar el menudo cuerpo al suyo. No es brusco, todo lo contrario. JongIn toma a KyungSoo como si de un reliquia se tratara, llama inaudible y sólo le tienta. El alto le atrae, se acerca lo suficiente y la inmovilidad se hace presente. Las respiraciones vuelven a calentar y algo se enciende de repente. KyungSoo está ansioso, no quiere lanzarse de cabeza al abismo, pero la noche es de adultos, es noche de atrevimiento y con esa razón, se impulsa para cortar la distancia y sellar un compromiso tácito. 

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