Capítulo 7

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Estaba tan bien tumbada al lado de algo que era suave y que me daba calor, que no me atrevía a abrir los ojos por si todo aquello desaparecía y era un sueño. Hasta que un grito me obligó a hacerlo.

- ¡Nathalie! ¡¿Por qué hay un tío en tu cama?! -  Enseguida reconocí esa voz. Me levanté de golpe.

La miré  unos segundos sin saber qué decir. De pronto, su cara de susto cambió hacia una pícara.

- ¿Y por qué está desnudo?

Miré hacia el otro lado de la cama donde estaba Alex y, sonriendo, recordé lo que había pasado aquella noche.

- Esa sonrisa lo dice todo. - dijo Myriam unos segundos después y agaché la mirada hacia las sábanas.

- Esto...- dije sin saber qué contestar. Ella levantó una ceja esperando que le contara algo, pero gracias a Dios, noté cómo el cuerpo de Alex se movía y las dos lo observamos fijamente.

- Oye Nath, ¿qué hora es? - preguntó todavía con los ojos cerrados y con voz muy ronca. No le contesté, más que nada porque seguía petrificada y me estaba muriendo de vergüenza gracias a la inesperada aparición de Myriam.

- Nath, enserio necesito saberlo...- insistió, esta vez abriendo los ojos. En cuánto vio a Myriam, del susto casi se cayó de la cama.

-¿Quién eres? - preguntó sorprendido. La verdad es que Myriam lo miraba fijamente con penetrantes ojos y me daba mala espina hasta a mí.

- Es mi compañera de piso. - dije viendo que Myriam no se dignaba a contestar.

- Myriam, éste es Alex. Alex, ésta es Myriam. - los presenté.

- Te daría la mano, pero por lo que veo, estás desnudo y no estoy con ganas de ver tíos en pelotas a estas horas de la mañana, aunque quizá dentro de un rato me podrías presentar a uno de tus amigos y ya no me importaría tanto. - le guiñó un ojo de broma. - Por ahora te voy a saludar psicológicamente. Encantada.-  dijo mientras hacía como si estuviera dándole la mano al aire. Alex sonrió al escucharla y levantó la mano de la misma forma. Empecé a reírme por lo estúpidos que parecían.

- Bueno, tórtolos, yo me tengo que ir a la universidad. Así que adiós. - se despidió y luego cerró la puerta.

- Es...- susurró al cabo de unos minutos.

- ¿Una loca y una pervertida? - lo interrumpí riéndome.

- Iba a decir simpátca y pícara, pero eso también me sirve. - me dijo sonriendo.

Miré las sábanas de nuevo incómoda. Quería levantarme y arreglarme para irme a la universidad y no perder más clases de las que debería, pero aún sabiendo que él ya me había visto desnuda, me daba vergüenza. Un poco estúpido.

Alex no pareció tener ese problema, ya que se levantó e inconscientemente cerré los ojos. Podía escuchar cómo se subía los pantalones por el sonido de cinturón y de unas llaves.

- Nath, me tengo que ir a trabajar ya, si quieres te llevo a ... ¿por qué tienes los ojos cerrados? - volví a abrirlos y ahí estaba con el pelo muy despeinado, los vaqueros del día anterior y uno de los brazos apoyados en la mesa.

- Si ya me has visto desnudo...Pero si quieres, te lo vuelvo a repetir...- dijo pícaro, aunque con una chispa cómica, ya que hizo como si se quitara la camiseta cantando una canción que supuestamente debía ser sensual. Pero su voz no era precisamente de un cantante y sonaba un tanto desafinado. ¿Qué digo? ¡Muy desafinado!

Aproveché ese momento para levantarme tapada por la sábana, coger un conjunto del armario y meterme en el baño.

- ¡Oh vamos! Encima que te hago una demostración de lo más sexy... - lo escuché replicar al otro lado de la puerta. Me reí mientras me subía los vaqueros. Después de unos minutos, salí y cogí mi bolso con los libros y el resto del material.  Alex llevaba la chaqueta de cuero puesta y su pelo estaba un poco menos desordenado.

En cuánto me vio, me tomó de la mano y me guió hasta su coche.

Unos diez minutos más tarde llegamos a la puerta de la universidad. Un silencio un tanto incómodo se formó.

 No sabía cómo despedirme. Desde luego, nuestra relación era un tanto rara y todavía seguía dolida por no confiarme sus secretos.

Alex tampoco parecía saber  qué hacer ya que los dos seguíamos sentados con el cinturón todavía alrededor de la cintura. 

Quería abrazarle y no soltarle durante un rato: sabía que tardaría en volver a verlo. Pero no me arrepentía de nada de lo que había pasado el día anterior, aún sabiendo que probablemente no volvería a ocurrir y que aquello me comería la conciencia durante un buen rato.

Por desgracia, la vergüenza se apoderó de mí, y me quité el cinturón con la intención de irme sin despedirme cariñosamente de él.

Una pequeña parte de mí esperaba que me detuviera y me besara como había hecho esa noche. Quizá esa era la táctica que había estado usando durante todo ese tiempo. Quizá era el típico tío que le gustaba enamorar a chicas y aturdirlas hasta el punto de que pudiera controlar sus sentimientos. Porque eso es lo que me parecía que estaba haciendo conmigo. Sentía como si alguien estuviera tirando de mis emociones como si fueran las distintas cuerdas que mueven una marioneta. Y aquella persona era Alex.

Ya saliendo del coche, esperé unos segundos en la puerta con la esperanza de me volviera a tomar de la mano. Pero no dijo ni hizo nada. Seguía con el cinturón puesto como si nada. Me salí definitivamente del coche-.

 Mi sonrisa disminuía mientras caminaba hacia el jardín delantero de la universidad. Estaba ya harta de que me utilizara cuando quisiera. Pero más harta estaba de mí misma. De no hacer nada en contra de eso y dejarme  llevar.

- ¡Espera! - escuché entonces su voz. Me di la vuelta. Alex venía con pasos ligeros en mi dirección. Se paró cuando estaba a unos metros de mí y dijo:

- Tengo una propuesta para ti.







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⏰ Última actualización: Sep 25, 2015 ⏰

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