capitulo 2: amaneciendo nuevamente

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Capitulo 2: amaneciendo nuevamente

Las lagrimas se desbordaron de mis ojos y una angustia dolorosa se apodero de mi cuerpo, hubiera preferido quedarme con una mejor imagen de ella, con una cara sonriente y una mirada fraternal, no con aquel rostro demacrado e infeliz que la hacia ver vieja y solitaria. Pero a estas alturas no se podía pedir demasiado. 

- ¿estás bien? - pregunto con cierta preocupación 

- Sí, bien - balbucee en medio de lagrimas mientras la contemplaba con un cariño tan grande como el dolor que me recorría - buenas noches ma 

Ni siquiera escuche su respuesta, simplemente me di la vuelta y corrí a las escaleras secándome los ojos. Aquella seria la última vez que aquella mujer vería la razón de sus desdichas, ya había sido suficiente. 

- Agui, creo que ya es tiempo de hablar respecto a lo sucedido en la consulta del doctor Scott - urgió mi padre desde el otro lado de la estancia, ya tenia la pipa en sus manos y sus profundos ojos cafés adelantaban el gran sermón que me estaba esperando. 

- Estoy un poco cansada en estos momentos, creo que mejor me voy a dormir - dije volviendo mi rostro hacia las escaleras, esperaba que aquel gesto le diera a entender que no quería conversar. 

- ¡Agatha! -dijo alzando la voz. 

No quise volverme pero sentía sus pasos cada vez mas cerca, por lo que inhalando profundamente, gire mi rostro y me encontré con su hostil mirada. Pese a que aun no llegaba a los 45 años, se veía igual que un hombre de más de 50. Otra razón para querer salir lo antes posible. 

- Papá, ya no tienes que preocuparte por mi, no quiero seguir siendo una carga para ustedes  

Tanto mi mamá como mi papá se quedaron en silencio con una culpable mirada en los ojos. Por lo que seguí subiendo las escaleras con las lágrimas cayendo una tras otra, pero al llegar arriba volví a darme la vuelta y los escrute con la mirada.  

Un enorme nudo se alojo en mi garganta al momento de hablar, pero si no decía lo que tenia que decir no me lo hubiera perdonado nunca. 

- Siento mucho no poder ser la hija que ambos quieren y merecen - sollocé dándome la vuelta. - en serio lo siento. 

Diciendo esto me lance a correr a mi habitación y cerré la puerta con el viejo pestillo, y aun si eso no era suficiente, la trabe con una silla y con el pesado baúl de chicherías.  

Mis pares no tardaron en llegar desesperados a pedirme que les abriera, pero no estaba en mis planes hacerlo, obviamente. Pero tampoco estaba en mis planos mediatos la fuga que llevaría a cabo, para eso primero tenia que empacar y calmarme, ambas cosas aun distantes debido a las circunstancias. 

En vez de eso, empacar, me tendí en la cama y empecé a cantar una melancólica y eterna melodía que brotaba de mis labios con una facilidad innata, parecía que todo lo que había aguantado con los años estaba siendo liberado de una manera artística y hermosa, llenando la habitación de tristeza y soledad. 

Cuando los repetidos e incesantes golpes a mi puerta se detuvieron, supe que ya era hora de empezara a empacar para posteriormente largarme, así que silencie mi llanto y me levante de un salto para emprender una nueva aventura en mi vida. 

Tome la maleta más grande que encontré y empecé a llenarla con lo más necesario, es decir, con un par de vaqueros, algunas camisetas y una sudadera del Instituto de Michigan, además de algunos elementos importantes en mi vida como el iPod, dinero y la foto de mi abuelo. 

Sin embargo, cuando tome esta ultima desde el altillo junto a la ventana, no pude evitar observarla detenidamente, había algo en los ojos de mi abuelo que me intrigaba, pues parecía que no siempre había estado ahí. Aquello me hizo retroceder en el tiempo, específicamente al ultimo día que lo vi sano y... vivo, el día en el que me tomo de la mano y me llevo a recorrer la casa mostrándome todas las habitaciones de esta, incluso a aquellas secretas que la mayoría desconocía, y en donde me sentó en la guardilla del balcón diciéndome: 

La misión del fuego I: La llave y la dagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora