romance, hs!au, minor-angst | Kyungsoo siempre se detiene en los semáforos en rojo.
Un semáforo en rojo a veces puede ser saltado. Por los peatones, así es.
Un semáforo rojo muchas veces es algo que puede ser violado si es que, en realidad, no hay nada ante qué detenerse. No hay tren, no hay un automóvil, no hay peligro de cruzar o la calle está simplemente desolada.
Pero él no lo hacía nunca. No podía.
Algunos piensan que el actuar de algunas personas se define por experiencias cercanas que le hayan pasado—de ahí el hacer o evitar ciertas cosas. Pero a Kyungsoo no le había pasado nada. Absolutamente nada. Nadie en su familia había tenido alguna vez un accidente relacionado con semáforos, ni algún amigo, ni algún amante, si a eso va al caso.
Kyungsoo se detiene, aún cuando aquella calle del pueblo donde abundan los árboles florales a los lados está la mayor parte del tiempo sin nadie cruzando su camino, tan solitario.
Pero Kyungsoo espera, así como ha esperado toda su vida.
Era una leyenda urbana. Nadie la creía, pero Kyungsoo solo guardaba las precauciones correspondientes, sin imprudencias. Porque cuenta la historia que todos aquellos nacidos en el año en que él lo hizo, en el pequeño hospital en que él lo hizo, estaban sentenciados a morir si cometían alguna imprudencia mínima, o se precipitaban sin ver su camino. Le contaron desde pequeño esa historia. Desde que era un niño tenía miedo. Sonaba ridículo, la predicción hecha por una anciana que simplemente un día tocó a todas las puertas de los bebés que nacieron en ese lugar, al mes de su nacimiento.
Sin embargo, muerte una a una ocurrieron.
Casi todos sus vecinos, y amigos del pueblo, habían muerto; uno a uno. Tragedia tras tragedia.
El chico de al lado murió en un accidente por no haber usado casco al andar en su bicicleta, el de al frente, que fue reciente, por haberse escapado de la casa de sus padres a una fiesta. La chica de la casa grande, ubicada en las alturas del pueblo, ahogada frente a todos sus amigos en la fiesta de sus ocho años por entrar a la piscina sin flotador, cuando sus padres habían salido un solo momento del lugar.
Desgracias.
Así fueron cada una de las muertes, que se expandieron como epidemia, voz en voz, se difundieron como una leyenda que solo quienes vivían en el lugar de los hechos sabían que era cierta. Muchas familias se fueron, intentando huir de lo inevitable. Y así el pueblo se volvió silencioso. Sin risas de niños. Sin generaciones futuras. Un pueblo de adultos, ancianos y un puñado de jóvenes.
Los semáforos le daban una extraña sensación. Sabía, por las pesadillas, que su final sería viendo una luz que se haría etérea y consumidora.
Su mejor amigo, hace tres años, cayó a un río.
Kyungsoo estaba solo, y solo esperaba a que el semáforo cambiara. Era uno de los pocos que quedaban allí, que asistía a la única escuela que había, con la camisa metida dentro de los pantalones negros a la rodilla y los calcetines blancos estirados.
Cuando Jongin llegó fue como un balde de agua fría.
Por lo que supo de los mayores, su familia se mudaba porque el padre de la familia estaba enfermo. Descanso, eso buscaban, y no había forma de que una villa rodeada por las montañas, silenciosa y tranquila como aquella no pudiese brindárselos. El hombre y la mujer eran doctores, irónicamente, por lo que se consideró una bendición para los habitantes que los recibieron con brazos abiertos. Había una chica casi adulta, que estaba de vacaciones antes de volver a la ciudad, y el hermano era de su edad, o al menos eso parecía.
Jongin fue—demasiado inesperado.
Su forma de hablarle, su sonrisa no discreta, el brazo que siempre se enrollaba por su cuello y más tarde lo haría por su cintura. La mano que aplastaba su cabello, recorría su mejilla, apoyaba su hombro, rozaba su brazo, se aferraba a su muñeca y de pronto, tomaba su mano. Todos los días. Fueron los labios en sus pómulos, las margaritas en su escritorio, las palabras de consuelo luego de noches agobiantes, la gravilla que sonaba a su lado por pisadas que no eran las suyas.
Jongin era por lo que esperaba. El más inocente amor que pudo haber imaginado.
Pasaron años.
Kyungsoo casi había olvidado la maldición. Pero se seguía deteniendo en cada uno de los semáforos.
Como lo iba a hacer esa vez, caminando a punto de cruzar por la calle más desolada del pueblo, pero que tenía una curva cerrada tapada por el bosque, muy poco predecible. Jongin se subió a su bicicleta y le dijo que lo vería esa noche, se despidió con un movimiento de su mano. Kyungsoo siguió caminando. Apenas se habían separado—el semáforo cambió a rojo.
Se detuvo en su lugar, como una piedra, porque Jongin se había volteado para darle un último vistazo a lo que llamaba el amor de su vida. Pero la luz, brillante y viva no cambiaría solo para él. Kyungsoo no vaciló en ningún momento cuando se precipitó corriendo, corriendo a zancadas largas porque ya iba a cruzar. Su voz se atoró en el nudo de su garganta, se acercaba, la muerte se acercaba, pero no sabía la de quién. La luz brillante de un camión se hacía lugar justo en la curva, por el camino lleno de árboles florales.
Con sus brazos empujó a Jongin. Cayó sobre él.
Ambos cayeron a un costado.
Al costado del camino.
Y abrazándolo con fuerza desesperada por la espalda, ve cómo el camión pasa por la calle a su lado, mientras que el semáforo de peatones sigue en rojo. Pero no se atreve a moverse, siquiera cerrar los ojos ni a soltar el aliento.
Porque sabe que lo ha hecho—el error de su vida.
Cuando Jongin comienza a levantarse, llevando sus ojos a su bicicleta destrozada, comienza a reaccionar de manera extraña. A pesar de que las manos de Kyungsoo toman su rostro. Jongin no lo ve. Y cuando él se atreve a mirar, se da cuenta de que allí, junto a los fierros doblados y destrozados, se halla un cuerpo recostado.
Mirando una vez al cielo, se da cuenta de que la luz incandescente de sus visiones, era aquella limpia y pura del sol en una mañana de verano.
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Colección de drabbles; Kaisoo
FanfictionRecopilación de drabbles, historias de no más de 1000 palabras, con algunas excepciones, de toda clase de géneros y universos con la utilización de la OTP kaisoo. [1º votación - enero, febrero 2016] | yuyusoo; 2013, 2017