7. | Caer |

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!au | Kyungsoo simplemente ha decidido dejarse caer.

Caer. Caer de ningún lugar en particular, solo caer. Es una profundidad tan grande que por los segundos que pasen no hay un fondo, ni el eco se destruye ni rebota porque es una caída libre, sin paredes sofocando, solo luces fugaces a su alrededor perdiéndose a alta velocidad. Cae y los cabellos son tirados hacia atrás por la potencia del viento; cae y su ropa se apega a su pecho y piernas siendo tirada hacia arriba mientras él, junto con su cuerpo, demasiado pesado para volar, cae hacia abajo. ¿Así se siente caer en el infierno?, piensa luego de varios instantes de aceptación lenta, tratando de admitir que, quizá, nunca terminarán de caer. O lo hará en el momento menos esperado, una vez haya internalizado que el caer era algo más que simplemente dejarse ser tirado por el magnetismo de la gravedad en la tierra.

¿Kyungsoo? Se escucha dentro de su cabeza a la voz preguntar por él; esa voz que se ha esforzado en empujar hasta el fondo del último rincón, dentro del laberinto que forman sus viscosos sesos dentro de su cráneo. De forma analógica, por supuesto.

¿Qué haces, Kyungsoo?

Pero no hay nada que contestar; si lo hiciese, ¿qué respondería, de todas formas? Caer, Jongin, solo caer. Caer infinitamente hasta tocar el fondo. Y morir, Jongin, solo morir. Caer como caí a ese pozo de romanticismo enfermante. Caer como caí por ti, Jongin, por ti. Caer como ambos caímos juntos.

¿Qué haces, Kyungsoo?

La pregunta se forma de nuevo, reproduciéndose como un viejo y gastado disco que se ha quedado estancado en cierto punto y no deja de repetirse una y otra vez, sobre sí misma; con el mismo tono elevándose al terminar la primera palabra y desvaneciéndose en la última o de su nombre, las mismas vibraciones y ritmo aprensivo, el mismo silencio innecesario entre el haces y Kyungsoo, marcado por una coma que no se puede reproducir porque no es visual; esa pregunta que Jongin hace sonar como mucho más que un qué y un verbo conjugado y un sujeto. Mucho más que eso.

Kyungsoo gira su cuerpo para dejar de enfrentar directamente con la cara la negrura con estrellas artificiales de ese destino que le espera allí abajo, bien abajo, prefiriendo caer en una posición más recostada, que no deja de ser de cabeza, para mirar las estrellas que sí son reales.

Lucen más brillantes esta noche, susurra Jongin justo junto a sus manos, y a pesar de toda la brisa violenta empujando, puede sentir su aliento como un fantasma en la punta de sus dedos; porque con sus manos puede atrapar palabras, especialmente las de Jongin.

Continúa observando al cielo, ciertamente las estrellas se hacían notar más que otras noches, y una pisca de arrepentimiento contaminante se extiende desde sus extremidades hasta su pecho, porque sigue cayendo; se angustia.

Jongin, ya no quiero hacer esto, pide con las lágrimas asomándose por sus palabras.

Pero ya lo hicimos.

Y Kyungsoo es consciente de que en realidad sí hay un fondo acercándose a él y está a punto de llegar, y Kyungsoo es consciente de que la voz inmortal de Jongin dentro de su locura no lo va a acompañar más en sus delirios; y Kyungsoo es consciente, tan consciente, de que no volverá a ver ese cielo oscuro ni esa voz imaginaria que en algún momento solía existir nunca más.

Al sentir, una milésima de segundo, el áspero asfalto golpeando su cabeza.

Colección de drabbles; KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora