Epílogo-La profecia

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Matt (P.O.V.):

Nunca había sabido cuanto odiaba la atención, hasta que enserio la tuve. No importaba ha donde iba, todos en el campamento me veían raro, con miedo. Supongo que por un lado, lo entendía, a nadie le gustaban las profecías y tal vez yo había anunciado la más aterradora hasta ahora.

Pero no era justo, no era mi culpa...en parte. Apenas llegamos al campamento una semana atrás; la cosa más rara pasó.

Elizabeth, Katie, los Stoll y Quirón estábamos en la casa grande cuando el lugar entero se llenó de humo verde. Todos sacaron sus armas inmediatamente; pero yo sabía que era: el espíritu del oráculo de Delfos. Quirón me había explicado el día que llegué al campamento, que era mi deber contener el espíritu dentro de mí, así sería más fácil conocer las profecías e incluso podríamos descifrarlas. Claro que en ese momento no accedí; decidí irme con Elizabeth. Pero en ese momento al ver como el humo verde me rodeaba, supe que tenía que hacerlo, debía albergar al espíritu de Delfos.

Así que lo hice, al principio nada ocurrió, bueno a excepción de que el humo verde se metió por mi nariz y la sensación fue igual a cuando se te mete agua en la nariz-nada agradable-pero aparte de eso, el resto del día fue normal, mi primer día normal en mucho tiempo, no tuve visiones, ni soñé nada horripilante. Y debí haber sabido que no podía durar mucho.

Al día siguiente a la hora del desayuno, me sentía algo mareado, y entonces sin razón alguna me levanté, mi visión se tornó verde como si estuviera viendo a través de un cristal verde; me subí a una mesa, y empecé a hablar. Bueno yo no, exactamente era la voz del oráculo. Era como una marioneta, podía ver todo, la cara de los campistas cuando recité la profecía; y el techo cuando me desmayé al terminar.

Desde ese día todos me evitaban o me miraban raro. De no ser por Eli, los Stoll y Katie; pasaría todo el tiempo solo y volviéndome loco porque la profecía no dejaba de dar vueltas en mi cabeza.

Por el momento me encontraba caminando en el bosque del campamento junto al arroyo.

—Siete mestizos responderán a la llamada—empecé a recitar la profecía inconscientemente—bajo la tormenta o el fuego, el mundo debe caer. Un juramento que mantener con un último aliento, y los enemigos en armas...

—Ante las Puertas de la Muerte—una voz terminó detrás de mí, me di la vuelta, Elizabeth estaba detrás de mi con un arco en mano—hola—dijo y me dio una media sonrisa.

—¿Qué haces aquí?

—Practicar—dijo mostrándome el arco—estoy harta de los blancos sin movimiento, aquí es más divertido ¿Tú qué haces aquí?

—Nada.

Eli enarcó una ceja—Todos siguen viéndote raro.

No lo preguntó, lo afirmó—Prefería cuando no recordaban mi nombre.

—Lo olvidarán—aseguró Eli—no están asustados de ti, le tienen miedo a la profecía.

—Yo también le tengo miedo, no puedo dormir, no puedo hacer nada sin pensar en ella.

—Quirón dijo que...

—Esta mal—la corté—sabes que esta mal, Gea esta despertando, esa profecía es para nosotros ocurrirá pronto Eli. No podemos negarnos; ya sabes que uno no puede cambiar las profecías.

—Podemos intentar.

—¿Has escuchado sobre Sófocles?—Elizabeth me miró confundida—escribía tragedias griegas, no importaba lo que sus personajes hicieran no podían escapar de las profecías.

Nos quedamos en silencio un momento.

—¿Cómo esta Casio?—pregunté.

—Solo despierta para comer o ir al baño es como un bebé—dijo Elizabeth a modo de queja—pero mejor, solo quiero que se recuperé y que regrese a su campamento.

La última hija de Artemisa-Deber u honor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora