Capitulo 5

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El olor a desinfectante y picante del alcohol entra por mi nariz, el molesto sonido de algo sonando y las voces susurrando hacen que abra los ojos lentamente adaptándome a la luces provenientes del techo.

Los parpados me pesan, los brazos, las piernas, generalmente todo mi cuerpo me duele y me siento débil sin poder mantener los ojos abiertos.

Puedo ver a unas enfermeras a un lado de la camilla donde me encuentro acostada hablando entre ellas cosas sin importancia mía quiero que se callen y se vayan.

Mi garganta seca pide a gritos un poco de agua. Mi voz se encuentra atascada en mi garganta sin la fuerza necesaria para poder hablar. Pero sobretodo la cabeza me martillea constantemente.

¿Qué diablos me paso?

¿Donde estoy?

Mis ojos se enfocan en las luces blancas del techo sin poder entender que fue lo que me paso. Cierro los ojos y trato de recordar que fue lo que sucedió para que ahora me encuentre en este estado.

Imágenes de lo sucedido la noche anterior llenan mi cabeza atormentándome, un hombre, sangre, un cuerpo, pero sobre todo sangre. Abro los ojos asustada ante lo que vi.

Ese hombre pálido de ojos rojos me quiere hacer daño.

¿Pero como llegue acá? Sigo sin entender no logro recordarlo.

La puerta se abre lentamente dejando ver a mi mamá. Entra despacio sin quitar sus ojos de mi cuerpo. Brazos y piernas cubiertos por vendas dejando poca piel al descubierto.

-¿Cómo te sientes amor?- La suave voz de mi madre hace que se me llenen mis ojos de lagrimas.

Tengo miedo

-Mi amor tranquila ya estas a salvo- Sollozo bajo sin poder detener las lagrimas.

No mamá, me temo que no estoy estoy a salvo.

-¿Quieres agua?- Asiento con mi cabeza adolorida.

Trato de levantar un poco la cabeza pero una punzada hace que cierre los ojos con fuerza. Hago una mueca con mis labios.

Esto es una mierda

-Cuidado Emily- Espeta y pone una mano en mi nuca y me levanta la cabeza. Acerca el vaso a mis labios resecos y siento el agua deslizarse por mi garganta refrescandome.

********************

Una semana ha pasado desde que me dieron de alta en el hospital, mis heridas han curado, no del todo pero ya no son tan visibles como anteriormente lo eran.

Ahora me encuentro sin tener que aguantar agujas incrustadas en mis brazos, sin muchas vendas que cubran todo mi cuerpo, sin enfermeras con malas caras, sin comida asquerosa, sin tener que ir al baño acompañada de enfermeras vigilandote todo el tiempo, sin olor a medicina ,ni alcohol ,ni a desinfectante de piso.

Finalmente estoy en la calidez de mi hogar con mi cabeza apoyada en las piernas de mi madre. Las manos de mamá pasan por mi cabello tranquilizándome y dándome una sensación relajante.

-¿Por qué no subes y te duermes un rarito? Te ves cansada.- Pasa su mano por mi mejilla y me da un beso en la frente.

Asiento y me levanto del sofá donde las dos estábamos viendo la televisión. Subo las escaleras con pereza pensando en llegar a mi habitación, acostarme en mi cama, quedarme dormida y no despertarme sino hasta mañana en la mañana.

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