Capitulo 5

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Maximiliano

—No señorita, lo que quiero es que me pague.
—Pero no fue mi culpa.
—Claro que lo fue, si no se hubiera detenido así de la nada yo no le hubiera chocado.
—Usted está aceptando que me chocó.

Estoy detras de ella, sonrio y saco mi billetera. Me pongo a su lado y sigue gritando.

—¡Gilipollas!
—Seré lo que quieras, pero quiero el dinero del golpe.

La grúa y la policía llegan, ella no se ha dado cuenta que estoy a su lado, le doy a él un par de billetes.

—¿Con eso es suficiente? —pregunto.

Ella voltea como de golpe, miro su pecho subir y bajar. Supongo que está igual de descontrolada que yo.

—Sí, creo que con esto será suficiente. Y por favor, enseñele a manejar a su novia.

—No se preocupe, le aseguro que no volverá a pasar.

El tipo se sube a su auto y ella no deja de mirarme.

—Yo... voy a pagarle...
—No es necesario, no se lo estoy pidiendo.

Maldita sea, deja de mirarme así o te besaré aquí y ahora.

—Gracias —susurra.

Mira hacia atrás y maldice, le sigo la mirada y están a punto de llevarse el auto.
—Tranquila, yo me encargo.

Me acerco hacia la grúa, necesito tener tiempo con ella. Por lo menos unos cuantos minutos para poder cogermela.

—Llevese el auto, mañana mismo voy por el.
—De acuerdo señor.
—Y de esto ni una sola palabra a nadie.
—No se preocupe.
Doy media vuelta y pongo cara de preocupación.

—Lo siento, no pude hacer nada, el hombre es un tipo insoportable.
—Ay, no puede ser.

Saca de su bolsa su móvil, no puedo permitir que le llame a alguien.

—¿Qué haces?
—Le llamaré a mi hermano para que venga por mi.

Le quito el celular de la mano y rozo sus dedos, trago y lo guardo en mi bolsillo.

—Yo te llevo a tu casa.
—No, ya hizo mucho por mi con pagarle a ese gilipollas.
—Por favor Miranda, dejame llevarte a tu casa.

Lo piensa y ruego que diga que sí mientras ve como se llevan su auto.

—Esta bien, muchas gracias.

Sonrío ampliamente y le abro la puerta del auto, entra y me uno a ella.

Trae un pantalón ajustado y un suéter horrendo color blanco, me le quedo viendo y ella se sonroja. Necesito acercarme a ella aunque sea un poco.

Me inclino y agarro el cinturón de seguridad, lo jalo y lo aseguro. Me quedo unos segundos cerca de su cara, sintiendo su aliento y su respiración.

—No queremos otra multa —susurro.

Mierda, quiero besarla y mi entrepierna también me lo pide, sin embargo no lo hago y me alejo. Enciendo el auto y rápido comienza a andar, veo por el rabillo del ojo que está temblando así que enciendo la calefacción.

—Gracias.

Nunca me había pasado esto, estoy descontrolado y nervioso, como si fuera la primera chica que se sube a mi auto, quiero decirle tantas cosas pero no quiero asustarla, ella no es como las chicas con las que suelo coger. Si lo fuera ya me hubiera sonreído o coqueteado, tal vez yo no le gusto.

Esa ultima opción me revienta.
¿Que mierda estoy pensando?

—¿Y cómo te va?
¿Qué? Pude haber preguntado cualquier otra cosa, seguro ya está pensando que soy un idiota.
—Bien.

Quiereme © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora