Capitulo 4

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Miranda

-¡Llegué!

Grito y al parecer no hay nadie, me siento en él sofá y enciendo él televisor.
No hay nada interesante así que de inmediato la apago.
La puerta se abre y entra Antonio con bolsas de platico.
-Traigo la cena.
Voy a ayudarle y beso sus mejillas.
-Muero de hambre.
-¿Y los otros holgazanes?
-No lo sé, acabo de llegar.

Suspiro y me siento en la barra.

-¿Como te fue?
-Mal.

Recargo la frente en la barra y hago puchero.
-¿Por qué?
-Le tiré encima él café hirviendo al que iba a ser mi jefe.

Derramo un par de lágrimas pero rápido las limpio. Antonio me abraza y besa mi cabeza.

-¿Y que estabas haciendo tú con un café?

Le explico lo que pasó, no me regaña a pesar de que es el mayor. Es muy comprensivo y amoroso y lo adoro.

-Ya, tranquila, conseguirás trabajo no te desanimes.

Sonrío y levanto la mirada, Ricardo llega y me pregunta lo mismo, él me grita y regaña por mi mal comportamiento.

Detesto ser la menor.

-¿Y ahora que vas hacer? Con lo que gano en él taller a penas alcanza para los gastos de la casa.
-No te preocupes, veré cómo pero de que consigo trabajo lo consigo.

Asiente y suspira, no me gusta angustiar a mis hermanos, ellos son todo para mi.

En cuanto Sebastian llega nos disponemos a cenar.

-¿Y por qué no le dices a Ann que te consiga trabajo donde ella?
Ricardo golpea su cabeza y él se queja.
-¿Estas loco? Primero muerto antes que ver a mi hermanita toda pintada y vestida de...
-Hey, respeta que estas hablando de mi futura esposa, además no tiene nada de malo su trabajo.

Nos miramos entre si y guardamos silencio.

-Bueno, vamos a organizarnos. Con nuestros sueldos gastamos sólo lo indispensable y lo demás se va para los estudios de Miranda -dice Antonio.
-No, de verdad no se preocupen. Todavía falta tiempo para que se cierren las inscripciones así que puedo conseguir empleo todavía.
-¿Por qué no te vienes al taller conmigo?
Le sonrío a Ricardo y tomo su mano.
Miro hacia la puerta cuando hace ruido, se abre y sonrío al ver a Sergio.

-Cuñado, ve a cenar con nosotros.

Sebastian se levanta de su lugar y lo abraza, choca los puños con Ricardo y Antonio.
Besa mi frente y se sienta a mi lado.

-Recibí tu mensaje, lo siento mucho mi amor -le sonrío -, te traje tus rosquillas favoritas para que te levanten él ánimo.

Agarro la bolsa y beso su mejilla.

-Tu siempre sabes como hacerme sonreír, gracias.

Comienzo a platicar de nuevo sobre lo que pasó, Sergio ríe y me besa.

-Seguro era de esos tíos viejos y antipáticos, no te preocupes amor.

Río sin ganas y lo recuerdo, sus pequeños ojos grises y su cabello rubio.
El calor sube a mis mejillas al recordar como se sentía su abdomen, su voz era tan varonil y autoritaria y lo hacia verse más apuesto.
Joder, que hombre.
Igual que los hombres de las películas que me gustan ver.
Maximiliano, Maximiliano, Maximiliano.

-Miranda ¿estas bien? -me pregunta Antonio.

Abro los ojos, todos me miran raro.
¿Que dije?

-Asi que Maximiliano, tiene nombre de antipático y gruñón.

Sergio ríe y besa mi mejilla.
-Sí, lo es.
-Ahora que me acuerdo ¿recuerdas a Becca la amiga de mi madre?
-¿Qué con ella?
-Es dueña de una cafetería y está solicitando empleados.

Sonrío y lo abrazo, al fin una buena noticia.

-Paso por ti a las ocho de la mañana ¿Está bien?
-Sí.

Después de cenar fregamos los platos y me despido de él, me meto a la cama y todavía afuera escucho sus risas.

Adoro que se lleve tan bien con mis hermanos, suspiro y cierro los ojos.

Sin embargo tardo en dormir pensando en Maximiliano.

-Que tonta, ni que él estuviera pensando en mí.

***

—Te dejo el auto, no te preocupes te ira bien sólo alejate de la cafetera.
-Tonto.
-Es broma.
-Lo sé.

Besa mis labios y abro la puerta.

-Suerte, ese trabajo es tuyo campeona.

Me despido con la mano y empujo la puerta.

Un chico rubio está en una de las mesas, lo saludo y me observa. Camina hasta mí y me lanza el mandil que traía puesto en la cara.

-¡El trabajo es tuyo! -grita y sale casi corriendo.

Me acerco a la barra y toco la pequeña campana.

-Hola -me dice una chica de cabello rizado color zanahoria.
-Hola, vengo por lo del empleo. La señora Becca es conocida de mi novio y me recomendó para el trabajo.
-¿Miranda?
-Sí, soy yo.
-Ven conmigo.

Abre la puerta de la barra y entro, me enseña la cocina y todo el lugar.

Maximiliano

-¡Isabel ven aquí!

Ella llega corriendo pálida, estoy de muy mal humor.

-Digame.

-Llamale a Gutierrez, lo quiero aquí en un minuto.
-Sí señor.

Sale y aflojo mi corbata, maldición.
No puedo sacarme de la cabeza a Miranda, necesito volver a verla, necesito volver a perderme en su hermosa mirada.

Pongo los ojos en blanco cuando suena mi móvil: es Irán.

-¿Que dice España? -pregunta entre burlas.
-Estoy que me lleva...
-¿Y ahora?
-Conocí a alguien.
-¿Tú? Que raro, amigo eres él hombre mas mujeriego del mundo.
-Después de ti.
-Con la diferencia de que yo no tengo ningún compromiso, y tú si.

Gutierrez entra y baja la mirada.

-Despues hablamos, por ahora estoy ocupado.
-De acuerdo, y por favor escoge una muy buena ya sabes que me encanta compartir lo tuyo.
-Imbécil.

Cuelgo.

El pensar en Miranda con Irán me pone de más mal humor.
Eso no lo podría soportar.

-¿Me mandó llamar señor?
-Así es, quiero que despidas a todo el personal que tenga menos de un año laborando aquí.
-Pero señor...
-No me interesa lo que tengas que decir, prepara las liquidaciones y los quiero fuera antes del viernes. Quiero a gente con experiencia mínimo de un año, solo así va a funcionar esto.
-Sí señor.

Froto mi frente y me pongo el saco, salgo del hotel.
Necesito una maldita copa, no, lo que necesito es verla a ella.

Me subo al auto y manejo hasta casa, me detengo cuando el semáforo está en rojo y saco de la guantera del auto su currículum.
Paso mi dedo por su fotografía y sonrío.

-Maldita sea ¿qué diablos me pasa? Necesito una maldita señal, esto es una locura.

Sigo mi camino, pienso que es una alucinación cuando la veo discutiendo a la orilla de la calle con un hombre.

Definitivamente no lo es, paso a su lado y estaciono el auto.

Supongo que esta es la señal que necesitaba.

Sonrío y bajo del auto.

Quiereme © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora