Carta a Abby

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¡Oh mi queridísima Abbigail! No viste lo profundo que fueron tus últimos cortes. Solo querías hacer desvanecer ese dolor tan profundo y no sabías como. Lo primero que cogiste fue unas tijeras, te pusiste delante del espejo del baño y miraste fijamente la punta de esas tijeras.

Intentaste hacerte el primer corte, pero tenías tanto miedo que solo apretaste muy poco, pero ese poco ya te dejo una pequeña marca la cual podrías recordar durante unos meses.

Durante esa misma semana, tus asuntos fueron a peor y eso te estaba comiendo por dentro, por esa razón cogiste la navaja de afeitar de tu padre e hiciste todos los cortes necesarios para que no pensaras en lo mal que te había ido el día.

Crees que te hace bien hacerte daño, pero los dos sabemos perfectamente que eso no es cierto. Sé que te estás rompiendo por dentro, yo hice lo mismo que tú años atrás. Pensé que la solución a todos mis problemas era buscar un dolor equivalente o mayor al que sentía en ese momento, pero me equivoqué, como todo ser humano. De todo lo malo se aprende, que eso te quede claro. ¡Deja de cortarte! Yo te ayudaré a sobrellevar las próximas situaciones que se te vengan encima y que tu sola no consigas salir de ellas. Pero recuerda: Tú supiste parar cuando era necesario. Repite-te esta frase cada vez que vuelvas a tener ganas de cortarte.

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