Capítulo 2.

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Obedezco a lo que el chico dijo, salimos del lugar en donde estábamos, entrando a la "área" principal del gimnasio.

-¿Qué hacías ahí con él?.-su tono autoritario pero no grave me obligaba a hablar.

-Yo... bueno, vine aquí porque quería entrenar, quería un entrenador para que me diera clases de box y kickboxing, cuando entré, escuche ruidos raros, así que me puse a investigar de dónde provenían y pues... me encontré con el hombre que hace ratos estaba sentada con él.

-¿Te hizo daño?.

-No.

-¿En serio?.

-Sí.

-Eso es... increíble.

No entendí a lo último que dijo, ¿acaso que el hombre que está allá adentro no me hiciera daño era increíble?.

Nos quedamos en silencio, mi mirada divagaba por todo el lugar, observando, mientras el chico se mantenía en silencio.

-¿Cuál es tu nombre?.- habló el chico, mirándome fijamente a los ojos, lo cual me incomodó.

-Blade...- pensé en que más decir pero nada coherente pasaba por mi cabeza.- ¿y tú?.

-Jonathan.

-¿Eres inglés?.

Una ligera sonrisa se forma en sus palidos labios y negó con su cabeza.

-Soy de Nueva Orleans, de família latina -. Guiño su ojo izquierdo, ahora algo tenía sentido, su tono de piel aperlado y sus ojos marrones, lo dilataban. ¿Cómo no me di cuenta?.

-¿Y tú? ¿de dónde vienes?. Porque se ve que no eres de por aquí.

Sonríe porque exactamente tenía razón, yo no era de por aquí.

-De Inglaterra.

Él iba a contestar pero el sonido de un celular nos interrumpió.

-Disculpa, tengo que contestar.

-Claro, ve.

Él se alejó con su celular en la mano, vi como a lo lejos contesto y la sonrisa que se encontraba en su rostro desapareció. Terminó la llamada y se acercó rápidamente a mí.

-Esto te sonará algo grosero, pero te tienes que ir.

-Sí... Ya me iba, bueno, hasta luego, un gusto conocerte.

-Igualmente, te acompaño hasta la salida. Te lo recompensaré-. Ignoré lo último y seguí caminado.

[...]

-No te creo...

-Créeme, lo que te cuento no es mentira.

-¿Sabes cómo se llama? Porque como me lo describes ha de ser un... Bombón.

-No.

-¿Cómo que no? Por favor, Blade, lo salvaste de que casi se muriera...

-No lo salve de que casi muriera, Sky... Simplemente lo ayudé a curar sus heridas...

-Eso sonó tan de película romántica.- junto sus manos y levantó su pie e hizo "ojitos", yo reí por su acción.

-Ya, ya... Faltan 10 minutos para entrar a clases, vamos al salón.

-¡Enfermeras al poder!.- y salió corriendo por el pasillo como tonta, por algo era mi mejor amiga. Yo hice lo mismo y llegamos al salón.

Las clases pasaron normales, nada nuevo, aunque tenía mucha tarea, investigar, investigar, bla, bla, bla y yo que quería estudiar medicina.

-¿Blade...?- Di media vuelta a la dirección dónde escuché la voz.

-¿Jonathan?... ¿Qué haces aquí?

-Te dije que te compensaría, ¿no?

-Sí... Pero, no debiste de venir hasta acá, además... ¿Cómo me encontraste si muy apenas te dije mi nombre?

-Contactos. Vamos, Blade, salgamos, te enseñaré Los Ángeles, anda.

-Oh, sí, claro que Blade saldrá contigo.- dijo Skylar poniéndose en medio de Jonathan y yo.- Soy Skylar Madisson... ¿y tú eres?- dijo examinadolo con la mirada, algo normal en ella.

-Jonathan Medrano...- claramente Skylar fue atrevida, como siempre.- ¿Entonces, Blade?

-Adiós, Blade, adiós, Jonathan.- se acercó a mí oreja y dijo.- Saldré con Joan, adiós, baby.- plantó en mi mejilla un beso y se marchó, dejándome frente a frente con Jonathan. Sabía perfectamente que significaba ese "saldré", sexo everywhere.

-Te llevaré a la playa.

-Vamos.

Sin pensarlo dos veces ya me encontraba en el auto de Jonathan. Miré por la ventana y veía como varias chavas miraban directo a Jonathan.

-No sé por qué acepté si ayer nos conocimos.

-No te pasará nada, lo juro, además, soy buena gente, ¿no ves esta cara de panecito bendecido por Dios?.- puso sus dos manos debajo de su mandíbula, formando una "v" y me sonrió como un niño pequeño.

-No es común encontrar a alguien como tú...

-Lo sé, no es común encontrar a un Dios griego.- dijo con ego y encendiendo el auto y acelerando.

-Claro...

-Ya, deja de ser tan seria, diviértete, no te voy hacer algo malo, a menos que tú quieras.- después de esto, se carcajeo.

-¿Cuántos años tienes?

-23, ¿y tú?

-18, faltan 3 meses para que cumpla 19.

-Qué interesante... ¿Y por qué estudias aquí y no en tu país natal?- preguntó lo que exactamente no quería que mencionara.

-Cosas personales, Jonn.- dije lo último para que cambiaramos de tema.

-¿Jonn?.- levantó su ceja y quitó su mirada del camino para verme y sonreírme, vaya que a este chico le encanta sonreír.- Me gusta.

Iba a responder pero el sonido de celular me interrumpió. Jonathan sacó su celular y contestó, y como ayer, su sonrisa desapareció de golpe.

-¿Qué pasa, Jonn?- pregunté cuando terminó la llamada. Era raro que cambiara su ánimo de repente.

-Hay operativos cerca de la pla...- se cayó de golpe y miro fijamente al camino y apretó el volante con fuerza.- ¿Te gustaría ver peleas de box? Así ves como entrenarás, claro, si sigues todavía interesada.- fingió una leve sonrisa y cambiando de ruta de camino.

-Sí, no hay problema.- sonreí. No sé por qué dije eso, claro que hay problema, no voy a salir viva.

Llegamos al mismo lugar de ayer, pero se veía más atemorizante gracias a la noche y poca luz que había, había unos cuantos carros afuera al igual que motos deportivas.

Entramos, y la mayor parte de la gente posó sus miradas en nosotros, había mujeres sentadas arribas de hombres, la mayoría se manoseaban "discretamente".
Muchas mujeres me veían con asco y desaprobación, era obvio, venía con unos jeans, tenis normales y una blusa media holgada de color verde y mi cabello suelto, nada sensual, todo lo contrario a ellas.
Uno que otro hombre saludaba a Jonathan y posaba su mirada en mí. Jonathan sólo los miraba con una sonrisa falsa y un leve movimiento de cabeza.
Llegamos a la segunda planta, el ambiente cambió, era más "normal" y menos perturbador.
Jonathan tomó mi mano y la apretó levemente, yo lo miré confundida, él me sonrió y cuando iba a quitar mi mano, llegamos a una mesa, todas las caras que estaban ahí eran desconocidas para mí, excepto la de él, este tenía a una tipa en sus piernas y sus brazos rodeaban su cintura y su semblante cambió al verme.

MEREZCO SU ODIO.

Guillermo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora