Se despertó temprano en la mañana. Una débil luz se colaba por las rendijas de la persiana, alumbrando la habitación con un cálido color anaranjado. Estiró su brazo, palpando entre las frazadas, para finalmente encontrar su celular entre todas las colchas. Lo desbloqueó y el reloj del móvil marcaban las 11:33 a.m. Tenía sus rizos enmarañados y despeinados, algunos caían por su cara debido al largo que ya tenían. Se levantó con desgano de su cómoda cama y, tambaleando, se dirigió a su armario. Tomó lo primero que vio, que eran unos skinny jeans negros que usualmente usaba, y una camiseta manga corta blanca, común. Con torpeza se vistió y se miró al espejo que había a un costado del armario.
Hoy cumplía veintiuno.
El Harry de veintiuno había despertado de muy mal humor el día de su cumpleaños. Ese día era la fiesta que Ed, junto a sus demás amigos, habían organizado para él. La fiesta se llevaría a cabo en la casa de Ed, el mejor amigo de Harry, un pelirrojo haragán que sorpresivamente se había ofrecido para organizar la fiesta él mismo. Según Ed, la fiesta sería histórica. Más de cien personas asistirían y la mayoría Harry ni las conocía, pero bueno, daba igual. Lo que tenía atrapado en la duda al rizado era que su amigo le había comentado que tenía un regalo muy especial para él esa noche, remarcando la palabra muy.
En fin.
En una hora debía ir a cursar. Psicología era la carrera que Harry había elegido para seguir, y ya hace un año y medio la estaba cursando. Le gustaba el simple hecho de psicoanalizar a las personas.
Se dio un último toque en su cabello y abrió la puerta de su habitación, para dirigirse escaleras abajo. Extrañamente no se escuchaba a su típica madre cantando mientras cocinaba, ni a su hermano Danny correteando por todo el lugar. Sabía que Gemma no estaba porque se encontraba estudiando Abogacía en otra ciudad. El padre de Harry era otra historia a la cuál al rizado no le gustaba tocar.
Harry comenzaba a tener un mal presentimiento, pero éste se esfumó cuando su madre y su pequeño hermano de diez años salieron de su escondite en la cocina, y le fueron a dar un efusivo abrazo.
Harry sonrió levemente y correspondió al abrazo que recibía de su familia. Mientras él rodeaba con ambos brazos a cada uno, estos daban pequeños saltos de alegría y entonaban la típica canción de cumpleaños.
"Feliz cumpleaños, Harry" pudo notar como su madre susurró a su oído, íntimamente. Harry la miró y le dedicó una sonrisa, seguido de un beso que le dejó palmado a su madre en la frente.
Danny, por su parte, lo apretujaba rodeando ambos brazos con fuerza, a la altura de la cadera mientras escondía su rostro en la camiseta de Harry.
"Bueno, bueno" dijo desligándose del abrazo por parte de ambos, con una leve sonrisa plasmada aún en su rostro. "Gracias por los saludos, pero ya estoy casi llegando tarde a la facultad" confesó, haciendo que su madre lo mirara de mala manera. "Es broma..." continuó, y la expresión que tenía su madre se esfumó ahora siendo reemplazada con una sonrisa.
"Tienes el desayuno ya listo cariño, espero que te lo comas todo" Anne, su madre, lo miró desafiante en tono de broma y el rizado solo asintió, sentándose en un taburete que había frente a la mesada donde estaba servido el desayuno. "Tú también Danny" repitió su madre, ahora a su hermano.
A decir verdad, su familia era pequeña, pero siendo pequeña era muy unida. Anne, Danny y Gemma, aunque la última casi no estuviese en casa, le agregaban ese toque de felicidad a su vida tan especial que nadie más le daba. Harry no tenía pareja, pero él era una persona realmente liberal. Se consideraba bisexual, por el hecho de que él pensaba que "tú amas a unas persona por como es, no por lo que es" , así que no le importaba si lo que se le cruzaba era mujer u hombre. Si él sentía una conexión, sentía una conexión. Y punto.
Prácticamente devoró el desayuno. Acto seguido, dejó la cocina para dirigirse nuevamente a su habitación. Entró a ésta y tomó su mochila con sus apuntes y carpetas necesarias. Bajó las escaleras y despidió a su madre y su hermanito con la mano, abriendo la puerta y cerrándola con llave tras salir por esta.
Había mucho sol esa mañana, sacó su celular de su bolsillo delantero para verificar que estaba llegando puntual, y el móvil marcaba las 12:10 p.m., así que estaba bien con el horario.
Comenzó a caminar con tranquilidad para tampoco llegar tan temprano. En el camino se cruzó con un grupo de chicas quinceañeras que, quien sabe que hacían a esa hora fuera del colegio, lo miraron de arriba a abajo. No se abstuvieron de lanzarle besos o chiflarle al rizado.
"¡Papi!" gritó una ya a lo lejos, seguido de las risas de las acompañantes.
Harry ni siquiera se gastó en voltearse.
Al cabo de unos minutos llegó al establecimiento. Estaba rodeado por jóvenes que lucían cansados y otros que lucían felices. Él pertenecía definitivamente a los cansados, que se acostumbraron a tener ojeras bien marcadas. Al adentrarse al lugar, se iba cruzando con las personas que lo conocían y lo saludaban o le chocaban la mano en signo de saludo. Al llegar al final del pasillo pudo ver a Ed y a su grupo de amigos junto a una pared de anuncios. Se acercó para ver que estaba pasando y pudo ver como los chicos pegaban un cartel con su nombre en él, en la pared de anuncios.
"¿Qué es esto?" preguntó al ver un cartel con su nombre, acercándose para verlo mejor.
"¡Un cartel sobre tu fiesta de cumpleaños, amigo!" exclamó Ed, propinándole un apretón de manos.
Harry se acercó más al cartel y pudo ver que el mismo decía su nombre, la hora y dirección donde sería su fiesta. El rizado se enojó un poco al notar que su amigo había puesto ese cartel con toda esa información.
¿Acaso planeaba invitar a todo el instituto? Claro que no. Quería una buena fiesta, pero tampoco quería que se llenara de desconocidos.
El ojiverde le propinó un puñetazo en el hombro a su amigo pelirrojo, causando que los demás se rieran por eso. Ed se sonrojó un poco pero luego se echó a reír él también.
"¿Porqué hiciste eso?" preguntó Harry con el ceño fruncido. "¿Qué tenías en mente?"
"Mira Harry, tú querías una buena fiesta, yo te la daré. Deja al maestro Sheeran hacer su trabajo" Harry giró los ojos y le hizo burla a Ed ante su comentario, pero ambos rieron.
Se tranquilizó. Quizás Ed sí tenía todo bajo control. Pero ¿qué tal si no? Bueno, al fin y al cabo no era su casa, no era su problema. Lo único que haría esa noche iba a ser divertirse. No esperaba que fuera tanta gente de todos modos.
Quizás.
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cutie pie | L.S
FanfictionHarry recibe un regalo muy peculiar de cumpleaños. Ese mismo regalo se llamaba Cutie. Harry se enamora de Cutie. Pero Cutie tiene un secreto. El amor siempre tiene altibajos. ¿Podrán estos dos superarlos?