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Las gotas de lluvia chocaban contra mi rostro, empapando mi cabello y haciendo que éste se pegara en mi rostro.

La lluvia y lo que traería como consecuencia era el menor de mis problemas; tenía problemas mayores.

Me resguardé bajo el techo de su departamento, esperando a que saliera; sabía que a esta hora ella salía a dar un paseo, sin importar como estaba el clima.

Sentí mi teléfono vibrar y sonar, en una llamada entrante; sin ver quien era, corté la llamada. Seguramente era alguno de los chicos, replicando que era una mala idea.

Me recosté contra la pared del edificio, observando caer las gotas; no aún me costaba creer que nada volvería a la normalidad.

Escuché el sonido de la puerta principal abrirse, por lo que giré mi cabeza en esa dirección.

No estaba equivocado: era ella, Abby, envuelta en un impermeable y con un paragua; a simple vista nadie se daría cuenta de que había algo malo en ella, algo que no logró recuperar.

Pero yo sí me daba cuenta. A veces deseaba no haberla conocido.

La seguí con la vista; algo apretó en mi pecho cuando pasó por mi lado, sin dirigirme una palabra.

Sin reconocerme.

-¿Necesita ayuda para llegar a algún lado?-preguntó por primera vez en semanas; era un completo extraño para ella.

Negué con la cabeza. -No hace falta.

Apenas pude contener las ganas de decirle todo, de contarle que nos conocíamos; de pedirle perdón por el accidente, de confesarle todo.

Pero iba a ser en vano y peligroso para ella; los médicos había dicho que era peligroso para ella.

Frunció el ceño ante mi respuesta, pero no dijo nada más; abrió su paragua y se internó en la lluvia, siguiendo con su vida, llevándose parte de la mía con ella.

La observé hasta que dobló por la esquina y la perdí de vista; tenía que dejar de venir a verla, con la esperanza de que, en alguna de las oportunidades, dijera mi nombre, reconociéndome.

Tomé mi teléfono y marqué un número.

-Michael, ¿puedes buscarme? -pregunté cuando mi amigo contestó.

-Sabes que esto no te hace bien, ¿para qué lo sigues haciendo? -preguntó por el otro lado de la línea; escuché como abría la puerta de su casa-. A nadie.

-Es que no quiero pensar que solamente son recuerdos, y que ella nunca los podrá recordar porque su cabeza me borró de su vida-gruñí, apretando los ojos con fuerza-. Sólo quiero que vuelva a la normalidad.

Michael suspiró. -Tienes que aprender a dejarla irse.

-Pero no puedo-susurré antes de cortar la llamada.





Con todo mi amor por ser el día de la primavera y nos vimos en 5SOSA


Memories; lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora