Memories; lrh

3

Hundí mi rostro entre mis manos, sentado en la silenciosa habitación del hospital; los únicos sonidos que se escuchan eran los producidos por las máquinas que estaban conectadas a su cuerpo y el de mi respiración.

Odiaba verla en ese estado, postrada en una camilla, bajo los efectos de un coma inducido porque sus heridas eran muy profundas; me aterraba el simple pensamiento de que no volvería verla, si a escuchar su risa.

Mis ojos empezaron a picar; tiré de mi pelo en la parte posterior.

Todo esto era peor que cualquier otra cosa.

Levanté la cabeza cuando escucho que la puerta de la habitación de Abby se abre, y veo que sólo se trataba de Michael.

-¿Has dormido algo en estas tres semanas?

Podía suponer por qué me hacía esa pregunta, mi estado no debía de ser el mejor. No me había movido de su lado desde que habían llamado al teléfono de Michael, avisando que ella había tenido un accidente.

Y me sentí responsable, porque por mí se encontraba en esa camilla.

Por mí, había tenido ese accidente.

Por mí, había huido de la casa.

-Sólo unas pocas horas-respondí, masajeando mis sienes, apoyando la parte posterior de mi cabeza contra la pared-. Tengo miedo de moverme y que algo pase.

Sólo había salido por unas pocas horas, para comer algo y para ducharme, pero enseguida volví para el hospital y me quedaba con ella. Los demás venían y se quedaban conmigo.

Seguí con mi vista a Michael quien se acercaba a la camilla de Abby.

-No me gusta verla así-dijo en apenas un susurro que se escuchó perfectamente por el silencio que reinaba en el lugar-. Esta no es ella.

Me levanté del sofá que había estado usando para dormir en todos esos días y fui hasta donde estaban ellos.

-Tú sabías lo que ella sentía por mí-no fue una pregunta; vi como asentía con la cabeza-. ¿Por qué nunca me lo contaste, aun sabiendo de mis sentimientos por ella?

-Porque era algo que tenían que enfrentar los dos por sí solos-respondió haciendo una mueca-, pero nunca de esta manera.

No respondí.

-¿Quieres saber una cosa? Ustedes son iguales: ambos negando que estaban enamorados del otro, haciendo de cuenta que nada pasaba entre ustedes dos, pero no podían ocultarlo cuando el otro se encontraba con alguien.

-Sólo quiero que vuelva, que se recupere-solté, sintiendo como una lágrima se deslizaba por mi rostro.