Escribir el primer capítulo siempre es horrible. Es un capítulo esencial. Debe ser el que despierte la curiosidad, el de las primeras pistas que no desvelan nada y a la vez desvelan todo.
El primer capítulo es aquel que hace que te leas el resto o no.
Era el quinto cigarrillo. Mientras tomaba el tercer café bien cargado de la mañana repasaba los resúmenes y esquemas del último examen del curso. Había dormido 17 horas en cinco días y creía que me iba a morir. Todos dicen que primero de carrera es el peor, pero es que yo pensaba que no llegaba al segundo. Joder, qué ganas de deshacerme de todo esto y tener tres meses para recuperarme de todo el agotamiento mental que llevaba.
- Que sea lo que Dios quiera. - Susurré algo fustrada.
En diez minutos sólo había leído dos líneas que no tenía pinta de que se me fueran a meter en el cogote. Guardé las hojas en mi enorme bolso, di el último sorbo al café y me dirigí a la puerta de mi facultad dando las últimas dos caladas. Miré el reloj. Aún me da tiempo a otro. Si mi madre me viera... Pero necesitaba relajarme. Sólo me quedaban dos. Perfecto. Al salir celebraría que podría dormir tranquila o asfixiaría mis penas en humo. Tomé aire con los ojos cerrados intentando no repetir ninguna frase en mi cabeza. "Deja la maldita mente en blanco, por favor". Sentí todo el humo llegar a mis pulmones y exhalé. Me senté en el séptimo escalón y me dediqué durante tres minutos a mirar a la gente hablar en los merenderos, a novios besándose, a chicos mirando el culo de chicas, chicas cuchicheando sobre chicos y a mi mejor amigo lanzarme la tapa de un bolígrafo. Al vuelo.
- Bueno, rubia, tus reflejos siguen intactos. - Tomaba asiento a mi lado.
- Eso es que el café hace su efecto. - Tenía la intención de dar otra calada, pero mi querido amigo me arrebató el cigarro de las manos para darla él. - Oh, claro, adelante. Arrebátame la posibilidad de relajarme.
- Va, Liria, vas a hacerlo genial. Eres una niña repelente que contesta a todas las preguntas del profesor. Joder, en el instituto te odiaba. Eres odiosa. Todo eran dieces. Dios, te odio. Eres la mimada de todos.
- Te has quedado sin MI cigarro. - Primero se lo arranqué de los dedos, por si él también estaba bien de reflejos. - Ya no son dieces, lo sabes. He bajado.
- Oh, cuidado, un nueve y medio es horrible.
- Enzo, joder, en serio.
- Tú puedes hacerlo, Li, lo sé. No te preocupes. Vamos a triunfar las dos y esta noche más.
Mi compañera, mejor amiga y prima apareció, como siempre, de la nada. Íbamos juntas a clase y no nos separábamos ni en los grupos de prácticas ya que compartíamos apellido. Venía con su novio, Miguel, de la mano, como siempre. Natalia era de costumbres, como todos según dice. Es una discursión que siempre debatimos. Ella está en el bando de que todos necesitamos alguna rutina para sentirnos "en casa" y yo en el de que soy libre y punto. Que las rutinas, como dicen los poetas, nos hacen ruinas, y que las costumbres nos desgastan. Puse los ojos en blanco. Ellos no lo entendían. Yo era incapaz de relajarme. Acabé con la última calada y, por tener la cabeza en otro lado, no me di cuenta de que todo el humo fue dirigido a la cara de Nati.
- ¡Liria Martín! - Tosió y movió las manos como loca para hacer que el humo se desvaneciera.
Su cara de asco junto a sus movimientos exagerados y locos de manos desataron mi risa y la de Enzo. Sólo ella era capaz de hacerme reír en momentos de sumo estrés e impaciencia.
- No os riáis, en serio, sabéis que odio el tabaco y el humo. Siendo tan lista y conociendo todos los efectos en la salud que tiene el tabaco y toda la mierda esa, no sé cómo sigues fumando. De verdad. Lo veo tan hipócrita.
- Soy masoca, parece mentira que no me conozcas ya. - Mi amigo y yo ya nos habíamos recuperado. - Por cierto, Mike, ¿cómo te ha ido a ti el último examen?
- Mejor que el anterior. Quizá tenga algunos errores tontos por el tiempo y eso, pero bastante bien.
- Eso es genial.
- Vamos a pasar todos limpios, ya veréis. - Natalia dio un saltito juntando las manos emocionada cual dibujo manga de colegiala.
- Casi todos. - Enzo le dedicó una mirada a mi prima.
Yo puse los ojos en blanco, otra vez. Se pasaba todos los cursos perdiendo el tiempo con las tías, por eso ya había repetido dos veces en el instituto. Ni siquiera sé cómo está en la universidad... Ah, espera, las universitarias. "Maldito niño hormonado".
- Bueno, Nat, tendríamos que entrar ya. - Tomé mi bolso de las escaleras y respiré hondo mirando la puerta.
- Ánimo, Li, no necesitas suerte. - Enzo dejó un beso en mi mejilla. - Quedamos después en la puerta de mi facultad y nos tomamos uno a medias.
- Si quieres fumar, ¿por qué no te compras un paquete tú?
- Porque compartidos contigo saben mejor.
- Pues compra tú el tabaco y lo compartimos.
- No, no es lo mismo. Te invito a una cerveza.
- ¿Café, dos cigarros y una cerveza?
- Pues te quedas sin cerveza.
Me regaló un guiño y desapareció tras despedirse de la pareja que durante nuestra discursión se habían besado mientras Miguel le deseaba suerte a mi amiga.
- Ánimo chicas, es el último. - Se despidió con la mano y entramos juntas al edificio.
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Esquinita doblada
Teen Fiction"Olvídate y vive el momento", dicen. Como si fuera fácil dejar todo atrás, pasar las páginas sin dejar la esquinita doblada. Como si tu mente quisiera dejar de pensar. Como si fuera fácil cambiar tus rutinas, tus recuerdos... Olvidar es morir para v...