4

37 0 0
                                    



Sonaba "Amelie" de pereza. Creo que es de las canciones que me van a seguir encantando por más que pasen los años. Tomaba un té en la terraza de Natalia mirando la calle llena de gente. Madrid nunca descansaba. Bea removía sin cesar el café, Anna quebrantaba su operación bikini con dos galletas de chocolate que partía con los dedos para disfrutarlas más tiempo. Mientras, mi prima cantaba moviendo los pies al compás.

- Tenemos que hacer algún viaje este verano todas las chicas. - Nat cesó su canto.

- Podríamos ir a Italia. O a Barcelona... Sevilla debe ser preciosa, nunca he ido. - Anna se incorporó, le había gustado la idea.

- ¿Qué tal París? - Estaba loca por ir a París.

- Oh, París. - Natalia se emocionó. - Vistiendo las cuatro de francesitas. ¡Me encanta! Aunque es un viaje que me gustaría hacer con mi pareja... ¿Qué tal si vamos a Londres?

- Si vamos a Londres, Enzo va a querer venir, lo sabéis.

- Bea, ¿alguna idea?

- ¿Eh? - Parpadeó perpleja. - Sí, sí... Perdón. Em... Me parece bien. 

- ¿Nos has escuchado?

- No... Lo siento, estaba...

- ¿Qué piensas? - Anna se interesó.

La verdad es que llevaba toda la tarde ausente. Juraría que sólo había dicho hola dos veces y después "un café con leche". Este chica pelirroja estaba demasiado distraída.

- Nada, es que aún me dura la resaca... - Se sonrojó y miró hacia abajo.

- Bueno, sabes que puedes contarnos lo que quieras. - Anna le sonrió con dulzura.

- Sí. - Miró a Anna y volvió a bajar la mirada. - Estoy bien, cansada y eso... Pero no os preocupéis, de verdad. ¿He escuchado algo de un viaje?

- ¡¡SÍÍÍ!! - Natalia volvió a emocionarse. - Tenemos que hablarlo bien... Otro día, cuando todas estemos recuperadas y menos cansadas.



Después de una tarde de relajación, era hora de llegar a casa. Gonzalo estaba sentado en frente de la televisión con un bote de cerveza, el cual, por cierto, no había probado.

- Para mí. - Me lo adueñé. - ¿Qué os pasa a todos?

- ¿A todos? - Me miró extrañado.

- Sí, Beatriz está rarísima. Dice que está cansada aún, pero no sé. - Pegué un trago sentándome al lado de mi hermano.

- Ah... Mmm... No sé. - Cambió de canal. - Yo estoy pensando qué ponerme.

- ¿Tú? 

- ¿Qué? ¿No puedo? 

- Sí, sí...

- ¿Cómo ves el vestidito rojo que tienes con las VANS mías? - Levantó una ceja. - Voy a probármelo. - Se levantó corriendo.

- ¡NO! ¡Gonzalo, me lo van a romper! - Salí enseguida detrás de él y me tiré como si de fútbol americano se tratase. 

- ¿Eso significa que no me lo dejas? Vaya... Iría tan sexy... Luciría mis tatuajes... - Rodé los ojos mientras me dejaba con cuidado en el suelo otra vez. - Venga, ayúdame, te has bebido mi cerveza.

Mi hermano cuando quería era demasiado pijo, le encantaba vestir bien y dedicarse una hora a arreglarse el pelo ese revuelto que siempre llevaba. Mientras estaba metido en el baño, yo me quedé disfrutando la cerveza en su cuarto. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 05, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Esquinita dobladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora