capitulo 2

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Tras un día de clases bastante aburrido, me dirijo por fin a trabajar a la tienda de videojuegos. Es mi primer día y estoy incluso más nerviosa que ayer, pero como dijo Susi, no tengo nada que temer, tan solo ser yo misma y mostrarme simpática con los clientes. Aparco mi querida tortuga casi frente a la entrada y me bajo del coche aguantándome ese nerviosismo.

Nada más entrar me encuentro con mi jefe, Fernando, atendiendo a un par de jóvenes que se llevaban unos cuantos juegos. 

—¡Hola! —Saludo en general y los chicos se quedan mirándome sorprendidos. 

—¡Ah Ivy! 

Acepto y me dirijo a la trastienda para ponerme la ropa que él me había enseñado bajo la atenta mirada de esos chicos, ¿Tanto les sorprende que una mujer trabaje en una tienda de videojuegos? No me gustan nada los estereotipos, nosotras también tenemos derecho. Tras cambiarme, me miro en el espejo y me encuentro con que la camiseta negra con rayas rojas y el logo de la tienda me sienta bastante bien, parece casi de mi talla.

Salgo contenta y cojo la primera caja dispuesta a empezar a colocar todos los juegos en su lugar correspondiente. Me giro y me encuentro con que aquellos chicos junto con un par más me siguen mirando y empiezo a cabrearme un poco, pero no puedo andar tratando mal a la clientela en mi primer día.

—¿Pasa algo? —Les pregunto sin poder evitarlo, acercándome a ellos. 

Se apresuran a negar con la cabeza y me miran asustados, como si me tuviesen miedo, tres de ellos se van y los otros dos se van hacia unas estanterías en busca de algún juego. Parece que por fin voy a poder trabajar en paz.

Empiezo a colocar de nuevo cada videojuego en su lugar y me pregunto cuanto podrá costar todo esto, algunos tienen precios que me resultan desorbitados, ojalá yo tuviese el dinero suficiente para comprarlos. Me quedo mirando especialmente un juego de Scribblenauts para DS y deseo poder comprármelo, es uno de mis favoritos. Tal vez ahorrando un poco del sueldo podré hacerlo. Sonrío y lo coloco en su sitio justo al mismo tiempo que la puerta se abre y la campanita suena indicando que acaba de entrar un nuevo cliente. Al principio pienso en ir a atenderle, pero se que está Fer así que continuo con mi trabajo como si nada.

Estaba tan concentrada que cuando una mano roza mi hombro por detrás casi ni me entero.

—¿Disculpa puedes atenderme? 

—Si claro, acompáñeme 

—¿Eh usté nueva aquíh? 

—Si, soy nueva, acabo de empezar hoy

—Ya me parecía muyaya... 

Su forma de hablar me hace sentir que lo conozco incuso más, y entonces se quita la gorra y no puedo evitar reconocerle, ¡Es elRubiusOMG! Mis ojos se abren de forma automática, y él parece darse cuenta, pero prefiero no decir nada, imagino que debe ser molesto que te reconozcan siempre por la calle así que prefiero fingir.

—¿Qué desea? —Pregunto fingiendo lo mejor que puedo.

El me mira raro, pero tan solo coloca un par de juegos de la sección de segunda mano en el mostrador.

—Son ediciones limitadas, voy a sortearlos entre mis subscriptores —Me explica sonriendo y yo le devuelvo la sonrisa, para querer pasar desapercibido lo está haciendo bastante mal.

Es entonces cuando me fijo en lo que lleva en la otra mano, una bolsa transparente con peces multicolores. 

—¡NO! —Grito sin poder evitarlo, apartándome lo máximo posible de él. —¡PECES NO!

Él frunce el ceño sin entender nada y me mira con cara de pocos amigos, parece haberle ofendido que me meta con sus peces, pero no se trata de eso, yo adoro a los animales, pero tengo una enfermedad llamada Ictiofobia, un miedo irracional hacia los peces que no puedo controlar. Sé que suena muy extraño... ¿Pero que puedo hacer? Nunca he sido una persona muy normal.

 —¿Puedes cobrarme por favor?  —Me pide molesto.

Paso los dos videojuegos por la maquina y los guardo en una bolsa mientras cojo el dinero. No quiero que piense que soy rarita pero si se lo explico va a pensar que estoy loca.

 — Oye lo siento mucho... no es lo que piensas —Le digo un poco triste, me estoy sintiendo como una mala persona.

—No digas nada mejor, la próxima vez procuraré no traer a ninguna de mis mascotas a la tienda.

Se va por donde ha venido y yo me siento fatal, me gustaban mucho sus vídeos y siempre había deseado conocerle, y para una vez que cumplo uno de mis sueños resulta que me odia... Genial Ivy... eres un completo desastre.

Un poco después aparece Fernando, mi jefe, y me explica que había salido a comprar algo para merendar. Me invitó a unas galletas de limón y las acepté con gusto, pero hubiese deseado que hubiese estado cuando entró Rubius, así yo no habría hecho el ridículo.

Me siento muy mal, lo único que puedo desear es que él vuelva a comprar alguna vez más aquí, y pueda arreglarlo.

—¿Rubius suele venir por aquí? 

—Si, es socio y suele venir a comprar muchas veces, además tiene muchos descuentos 

—Es que ha estado aquí hace un rato, cuando tu no estabas.

Parece cabreado por haberse perdido la visita del Rubius pero se le pasa rápidamente, pues me asegura que la próxima vez no se lo perderá. Lo único que yo deseo es no perdérmelo también.



Dos Rubius y una rayitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora