A tempo

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Había pasado un mes y el proyecto estaba casi listo, íbamos y veníamos, apurados, ensayando, cansados, con mil cosas pendientes, pruebas de todo. Amigos, familia, trabajo, todo tratando de acomodarlo en perfecta armonía.
-Nonononono, ustedes dos no están funcionando-
-pero director, yo puedo, se lo juro- el sudor mojaba mi frente y mis cabellos se salían de mi chongo, me sentía cansada, odiaba a mi pareja, aquel muchacho, flaco y estirado no tenía una pizca de química conmigo, pero el director insistió en dejarnos juntos por el parecido de estaturas, y lo "bien que nuestras pieles se veían juntas", lo cual se me hizo algo absurdo, pero el era el director y yo la bailarina.
-tu, ven aquí- el director se toco las cejas e hizo un gesto de frustración. Yo estaba acabando con su paciencia.
-pero, pero..- las palabras me jugaron una mala broma en la boca, hacia un tiempo que abandoné la posibilidad de estar con... El, de que el fuera mi pareja en la coreografía, con lo bien que se veía con aquella chica alta y esbelta de cabellos color caramelo y piel Marfil, era preciosa, tenía unos ojos color avellana y sus dientes parecían una colección de perlas perfectamente pulidas.
-por favor eres mi única esperanza, has que la dama encuentre su ritmo por favor muchacho, y los demás, que están mirando a ensayar-
-hola niña sin ritmo- me susurro al oído mientras me tomaba de la cintura.
Eran tan perfecto, sentí su energía en la espalda, sus manos firmes en mi cuerpo y su respiración en el cuello, era alto y delgado, pero su cuerpo estaba en forma, sus brazos fuertes podían sostener a cualquier chica sin problemas, tenía porte y gracia pero de una forma muy varonil. Yo me desbordaba y la piel me traicionaba erizandose a cada movimiento, su barba rozaba ligera y constantemente mis hombros desnudos y yo sentía un hormigueo correr por mi cuerpo.
-así , tranquila, no pierdas tu eje, solo relájate y confía en tus movimientos-
Estiraba mis brazos, mis rodillas se flexionaban y yo daba pequeños saltos al compás de la pista, me volví ligera, respirábamos al mismo tempo, el sonido del piano nos llevaba y cuando me di cuenta estaba, en perfecta armonía con el resto del cuerpo de baile, estaba tan concentrada en nosotros que olvide que el protagonismo del número ni si quiera era nuestro.

Primer acercamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora