Lía Evans y Lily Evans unidas desde pequeñas, a pesar de ser gemelas tanto su aspecto físico como su personalidad son distintos, ambas se cuidan procurando que ninguna salga lastimada o tenga problemas, Lily la pequeña pelirroja enamoradiza mientras...
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La chica de rojo cabello despertó justo antes de que su gemela le lanzara una almohada a la cara para que esta despertara, algo común entre ellas tomando en cuenta que toda su vida habían compartido habitación y con el tiempo eso solo reforzó el lazo que ambas tenían, cosa que la hermana mayor de ambas no compartía, Lía y Petunia no podían estar en la misma habitación por cinco minutos ya que estas comenzaban a pelear por la mínima cosa, Lily por otro lado podía entablar una conversación con Petunia siendo personas civilizadas tal y como su madre les había enseñado.
—Buenos días —dijo la menor de las gemelas por solo quince segundos, Lily Evans tenía el cabello pelirrojo como su padre, aunque un poco más oscuro que el de él y los ojos de su abuela paterna, verdes con tonalidades cafés en ellos y a diferencia de su hermana había asistido a Hogwarts desde los once años.
—Buenos días, ¿Hoy es un gran día, no lo crees? —por primera vez en mucho tiempo Lía se levantó con la emoción brillando en su rostro, Lía Evans a diferencia de su hermana tenía un cabello pelirrojo más brillante y los ojos eran iguales a los de su padre, verdes esmeraldas y solo aquellos que la habían mirado de cerca sabían que sus ojos tenían diminutas manchas azules; Lía era la viva imagen de su padre.
—¿Quién eres y qué le hiciste a mi hermana? —le extrañaba la actitud tan alegre de su gemela por las mañanas, pero no podía culparla, aquel día por fin asistirían juntas a Hogwarts.
—Eres demasiado graciosa, Lily.
—Como digas —no se molestó en volver a hablar con Lía, Lily estaba segura de que esta no la escucharía por tener su mente en otro lado, ella ya estaba acostumbrada a la personalidad tan extrovertida y despreocupada de su gemela. Las dos pelirrojas se encargaron de alistarse y de alistar todo aquello que necesitarían para ese año escolar.
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La estación de King's Cross se encontraba más llena de lo común lo que provocaba que la familia Evans se detuviera cada cierto tiempo al no poder pasar entre la gente, aunque al final habían logrado estar entre los andenes 9 y 10 de la estación sin contratiempos, tanto Petunia como Hugh y Kate Evans debían quedarse entre aquellos andenes para poder despedirse de las gemelas ya que al ser los tres muggles no podía entrar al andén 9¾ con ellas.
—Los voy a extrañar —admitió Lía al estar frente a sus padres, Lily ya se había despedido y ahora solo esperaba a su hermana para que las dos pudieran entrar al andén.
—También te extrañaremos pequeña, la casa no será la misma sin tus gritos e intentos fallidos de canto —bromeó un poco su padre, aunque solo intentaba tranquilizarse al ver que aquel año Lía también se iría.
