Colgó el móvil, aliviados la oreja y el oído al concluir la reprimenda. Charles había intentado contactar con ella desde hacía más de una hora. Se había sucedido la aparición de un nuevo cadáver en condiciones similares a las del parque de la noche anterior. La excusa de Elis sobre que estaba en plena misión de los otros asuntos no pareció funcionar. El jefe se intuyó harto, lo que Elis no entendió, ya que también se trataba de asuntos policiales.
Regresó a correr, expulsando a ritmo controlado vaho de largas colas. Volvió a sacar el móvil al recordar y maldecirse de no haber activado la grabación de Ceberex. Tendría que programar un modo automático:
*Activando el entorno Changeling... Por favor, espere... Proceso finalizado.
*Análisis... Evaluación... Finalizado.
─ Hora actual: 02:15
─ Poder actual: Lastic
─ Traje actual: Adaptable
─ Estado de ánimo: Enérgico
─ Alternativa deseada: Estar toda la noche despierta leyendo
─ Canción actual en el nano-iPod: none
*Registrando situación actual... Por favor, espere...
Notó el silencio y se sintió vacía. Supo bien que era por la ausencia de música en su cabeza. Dio la orden mental "Íncipit" para que su nano-iPod situado dentro del oído derecho continuara reproduciendo a mitad de la última canción reproducida. Una nueva orden en la cabeza bajo la forma de "Azar" cambió de pista a un tema que le parecía más acorde: "Grace", de su querido "Jeff Buckley". En esa canción gritaba como un condenado (lo contrario al día de su muerte, ahogada su voz como único modo de acallar tal poder), pero el volumen automático permitía adaptarlo en caso de hablar, similar a una película que con educación baja donde el estruendo para escuchar las sandeces de los protagonistas de acción.
Su nano-iPod interno era un invento propio, fabricado con ayuda de su madre y su hermana. No le pareció lo suficiente portátil un iPod estándar, así que llegó a un acuerdo con la empresa productora para vender los derechos a cambio de tener ella por un tiempo el prototipo. Cuando todo el mundo tuviese uno, ella ya lo tendría desgastado. Además era un prototipo especial e incluía una función de emergencia, que por el momento permitía mandar mensajes a toda clase de aparatos, incluidos los ya obsoletos como el mensáfono (el conocido "busca") o el fax. Recordado esto, se concentró en enviar el mensaje "Llego ya" al móvil del jefe Charles. No creyó que sirviese de mucho.
Aceleró el paso. Sin bajar el ritmo de la carrera, Elis volvió a mirar el móvil y abrió el GPS para comprobar que no le quedaba mucho para llegar a la nueva zona mancillada por el asesino.
Se adentró en un polígono industrial. Enseguida intuyó a qué chimenea enfocada de luces policiales tenía que dirigirse. Se sintió cansada por la carrera, con un toque de flato en el costado, aminorando mientras se secaba la frente con la manga del traje, notando cómo absorbía el sudor.
Se vio bañada de las luces rojas y azules bailando frenéticas en ciclos, pintando sin rastro la fábrica de pared de ladrillos, que poseía en el centro la enorme chimenea. Uno de los agentes especiales subía por ella con la ayuda de arneses y equipo de escalada. A esa altura incluso a los bomberos les sería imposible acceder con sus grúas. De todos modos no los vio por allí.
El jefe se dio la vuelta como si la intuyera. Dio una calada de cigarro mientras la niña terminaba de acercarse, jadeando de forma disimulada. Elis se detuvo una vez enfrente. Aguantó un momento la respiración y tragó con esfuerzo. A modo de broma saludó como un militar. El jefe negó con la cabeza:
─Elis, no me lo vuelvas a hacer ─dijo Charles mientras sostenía en alza la mano con el cigarro.
─No es la primera vez que sucede. No exag...
─Por eso mismo ─dio la calada y resopló resignado remarcando las cejas─. Por eso mismo.
El jefe se dio la vuelta y alzó la vista. Elis lo imitó en cuello y se fijó con detalle.
En el último metro de la chimenea había clavado un muerto de pelo largo del que se intuyó que sería una mujer. Estaba desnuda y cubierta de algo brillante diferente al rojo inseparable de casi todo asesinado. El viento daba la sensación de mover unas faldas, pero lo identificó como largas alas aplastadas naciendo desde la espalda. Su mente insistió en el análisis de lo brillante que no se definía, lo que indicaba que podía ser lo que mantenía pegada a la víctima como una mosca convertida en impronta por un dedo y un cristal.
─¿Has descubierto algo? ─dijo Charles sin mirarla.
─No. Me temo que mis contactos saben lo mismo que nosotros. Tendrás que tirar de los tuyos.
─Ya veo ─concluyó de forma seca con un tono que no se diferenció. Realizó un gesto hacia su cintura y agarró el radio-transmisor.
Elis cambió su atención al jefe. Éste mantuvo animado con frases cortas y precisas al agente escalando. El policía estaba a punto de llegar para examinar el cuerpo y bajarlo si se requería, enganchándolo a las correas que colgaban en su espalda como cascabeles mudos. Charles no parecía contento por la opción tomada de subir al hombre. Estaría además disgustado por no haber recibido noticias de los agentes encargados de rastrear la zona.
─¿Cómo encontraron el cuerpo? ─dijo Elis sin parecer dirigirse a nadie.
Charles dio un pequeño brinco al salir de la concentración. Giró la cabeza hacia la pequeña.
─El guarda nocturno de la fábrica comenzó a oír ruidos y buscó por ratas. Terminó de convencerse cuando escuchó al perro guardián fuera del edificio ladrando con insistencia ─señaló con el dedo una dirección─. Al salir vio un bulto negro en la chimenea ─volvió el brazo a su sitio e hizo un pequeño movimiento con las cejas, como si se las reajustara─. Enfocó con la linterna y más o menos intuyó al asesino pegando con babas a la víctima.
─¿Babas?
─Sí, suponemos. Enseguida lo confirman ─señaló con el transmisor hacia arriba─. Lo que confirma también que es un sobrehumano del tipo insecto. Por eso mi insistencia en que deberías estar atenta ─bajó la cabeza, gesto que con poco dejó clara su seriedad.
─Las polillas no dejan babas. Pero por ser mezcla de humano puede ser que sea su propia sustancia producida en grandes cantidades. Como una abeja.
─No te precipites, Elis ─Charles movió y estiró el cuello. Terminó por enfocar el cuerpo hacia su compañera─. Espera al análisis del laboratorio. Puede ser su poder natural y que lo de las polillas no tenga nada que ver. El guarda no dijo que el intruso tuviera alas ni nada por el estilo. De hecho asegura que parecía escalar a pulso...
─El hombre-pegamento. Están de moda los sobrehumanos que vienen y no llaman a la puerta.
─¿Qué quieres decir?
─Nada, una broma de las mías ─dijo Elis a la vez que levantaba una de las manos como intento de expresarse, tan acostumbrada a que la malinterpretaran─. ¿No te ha sonado ridículo?
─Me refería a...
El jefe se interrumpió cuando la radio habló. Alzó y respondió para pedir un análisis detallado. Una breve mirada concentrada en Elis se perdió fugaz por los nuevos pensamientos.
Elis se movió y comenzó a mirar alrededor de la zona. Como no encontró nada, sus pensamientos divagaron a otros asuntos y ritmos acordes a la música sonando en su mente. Esa noche se dedicaría el álbum entero. Se sentía nerviosa por ese inicio de semana no muy bueno. Jugueteó un rato con sus dedos flexionándolos hasta tocar con facilidad el dorso de la mano.
No pareció por el momento que fueran a concluir algo de ese nuevo asesino que apuntaba en serio y en serie. Un agobio la invadió, cerrando los ojos para centrarse y saber separar lo personal con los casos que acontecían. No era la primera vez que la bola se acumulaba y agrandaba, pero se comportaba como si fuera la primera vez, como si un pequeño detalle hubiera convertido todo en algo nuevo y diferente. Consiguió relajarse al recordar que siempre salía airosa. Siempre victoriosa.
Siempre.
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Un Día Perfecto para Elis
Novela JuvenilElis es una niña sobrehumana que trabaja con la policía hasta que es expulsada por culpa de su obsesión por un asesino en serie. Eso no le impide seguir investigando en secreto, lo que la llevará al encuentro de unos seres sin tiempo que le prometen...