Capítulo II

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Aquella mañana desperté y lo primero que hice fue ver si todo era un sueño y mi madre aún esta viva, pues me decepcione al ver que no era un sueño, mi depresión era mas grande que las ganas que vivir, si lo se todo continua.

Fui a casa de Esteban y ya había un grupo reunido esperándome al entrar todos me dieron la bienvenida a "la familia" un grupo de narcotraficantes, sicarios, Esteban se acerco y dijo;


- Bueno Samuel, todos te damos la bienvenida pero ya que perteneces a nosotros tienes que cumplir las reglas, eres mi buen amigo pero aquí cada quien se gana el respeto y tienes que comenzar con un trabajo.


Inmediatamente pensé que haría cualquier cosa normal, como comprar cosas, buscar a los miembros o simplemente manejar.

- Ok, como mandes, ¿que tengo que hacer? ¿A donde te tengo que llevar? - Respondí algo confundido.

- A donde me tienes que llevar? No hermano si las cosas fueran tan fáciles todos tuviéramos dinero. - Dijo riendo.

- Entonces, ¿que tengo que hacer?

- Tienes que matar a alguien, pero como eres mi amigo te lo dejare a tu elección.


En el momento que dijo matar me sorprendí mucho, pero mi corazón estaba lleno de rencor ya que mi madre murió porque nadie me acepto en un trabajo para así comprarle sus medicamentos.


- ¿Matar? - Dije muy sorprendido y algo nervioso.

- Si, como escuchaste, tienes esta arma y 3 días para cumplir lo que te pido.


Me dio una 9mm automática, pero lo qué no sabía que era mas difícil si era matar a alguien o elegir yo mismo a la víctima.


- Bueno. No te voy a defraudar...


Salí y de una vez me fui a la casa ya que no tenia tiempo para perder.

Al llegar a mi casa lo único que pensaba era en mi madre si me estaría viendo, si esto era lo que quería para mi y esas cosas.

Ni siquiera sabía usar el arma, vivía en el barrio pero nunca había tocado una.


(...)


PRIMER DÍA


Me levante y enseguida fui a donde Esteban.


- Hola viejo, ¿como está todo? ¿tan rápido cumpliste lo que te pedí? - Dijo Esteban

- No, es que... Tengo un problema - Respondí.

- A ver, no me digas que te vas a echar para atrás. - Dijo este confuso

-No, sabes que nunca e sido un cobarde, solo que no se disparar.


El soltó una risotada y luego dijo; - El valiente no sabe disparar.


- ¿Me ayudaras o seguirás burlándote? - Espete molesto-

- Bueno pongámonos serios, a este hombre -Dijo señalando a un hombre sentado en la esquina de la habitación- Le decimos "El Gato", es mi mejor gatillero, el te va a enseñar a por lo menos darle al blanco.

- Mucho gusto, "Gato"

-Igualmente, Samuel David - Respondí yo.

- Bueno, bueno a trabajar, par de bobos. - Dijo Esteban serio.


De ahí salimos "El Gato" y yo en una moto a un lugar muy lejos, duramos mucho tiempo en llegar, antes de llegar se escuchaban muchos disparos, de diferentes armas de guerras.


- Esta es nuestra escuela de sicario, le decimos la universidad. - Dijo "gato"

- Jaaa, nunca había estado en una universidad así, bueno ni así ni de ningún modo. - Dije riendo y con un poco de ironía.

- Este que ves aquí es el cuarto de armas -Dijo señalando a una habitación con puerta negra- aquel de allá el campo de tiros y en ese lugar de ahí es para cualquier tiro perdido. -Dijo el riendo.


Ese lugar eran muchas fosas cavadas, pensé que era para curar a los heridos cosas así, pero mi pensamiento era erróneo, era para lanzar a los sapos.

- Lo primero que debes hacer es familiarizarte con el arma, este de aquí es el martillo el que impulsa la bala cuando presionas el gatillo, tu arma es automática solo tienes que echar el carril para atrás y mataras a un ejercito. - Dijo El Gato


Yo como toda persona curiosa, empecé a revisar el arma y a apretar el gatillo, pero el arma estaba sin balas, todo era duro pero algo practico.

Luego me puse a disparar y me sentía con mucho poder, llegue a pensar que había nacido para ser sicario.

Estuve horas y horas disparando la emoción no me dejaba parar y luego me sentía todo un profesional.


- Bueno ya eres todo un matón, es hora de irnos. - Dijo El Gato sonriendo.


Salimos a toda velocidad de la universidad y yo solo hablaba de los tiros que pegue en el blanco.


- Me dejas en mi casa. -Dije yo

- Ok, espero que no nos dejes en mal y aproveches la oportunidad que te dio el patrón.


Luego de largas horas de camino, al fin llegamos a mi casa el me dejo y luego arranco.


-Nos vemos David. - Dijo el gato


Al entrar a mi casa lo único que hice fue pensar en mi madre y recordé muchas cosas de cuando era niño de tanto pensar y pensar me quede dormido.




Atrapado por un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora