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Martín Mckenzy no estaba acostumbrado a quedarse en moteles, pensaba que eran lugares sucios y descuidados. Pero su trabajo lo obligaba a viajar a muchos lugares, era el asistente del Jefe de Correos "Broch's". Robert Broch era un jefe malo y muy patán.
Martín era un joven de 25 años soltero y delgaducho. Mientras manejaba su Toyota Corolla 2009, color verde oscuro, pensaba en los asqueroso que seria quedarse en un hotel de mala muerte, pero tenía que hacer 3 entregas en ese mismo lugar, no sabia que había en ese paquete. Lo movía pero lo sentía ligero, aún así le dio igual.
«Habla KPP33 su estación favorita, para esas noches de desvelo o románticas ».
Martín cambió de estación, odiaba todas las canciones románticas, pensaban que eran para niñas calientes.
-ahh- bostezo, tenía demasiado sueño, era ya de noche.
El teléfono le sonó a las 11:00 pm.
-¿Si?-
-Cómo qué si, se dicen buenas noches ¡estúpido!- espetó el señor Robert
-Lo siento Jefe- dijo amablemente Martín , pero por dentro quería matarlo.
-¿Ya entregaste los paquetes?- gritó Robert.
Martín sentía por el teléfono que su jefe le escupía cuando le gritaba.
-Todavía no Robert, todavía estoy en la carretera, y además es de noche-
-Pero esos paquetes son ¡Urgentes! Y recuerda entregarlos tal y como dice la hoja-
-Si, lo se - dijo enojado Martín
-Esta bien- y Colgó Robert sin despedirse, cómo todo un Jefe Patán.
Martín tiro el teléfono y cayó encima de los paquetes .
-¿Qué habrá dentro de esos paquetes?- pensó, pero mejor se concentró en manejar ya que moría del sueño.
Pasó una hora y le hacían falta 35 minutos para llegar al pueblo.
Mientras manejaba se pudo percatar qué había un rótulo. Martín paró poco a poco y se estaciono frente al cártel y le puso más intensidad a la luz del auto.
Vio de lejos que habían pequeñas hojas con fotos de personas, Martín bajo del auto y se dirigió hacia el cártel.
Cuando puso el pie en el suelo, pudo sentir las piedras y lo mal que estaba la carretera de allí en adelante.
Martín dejo la puerta de su auto abierta, pero quitó las llaves por si acaso, en la carretera lo único que alumbra era el auto hacia el rótulo, y el camino era oscuro , habían árboles. Pero todo era realmente oscuro.
«Se busca» «Desaparecida» «Sin encontrar» Las hojas ya estaban amarillas eran de tamaño carta. Tenían fotos de niñas entre 6 a 12 años. Y todas estaban desaparecidas.
-¡Qué Demonios!- dijo en la horrorosa oscuridad.
De pronto se escucho que alguien estaba en los arbustos y los comenzaron a mover con mucha rapidez.
-Al Carajo- mencionó Martín y corrió hacia su auto.
Cerró la puerta, y empezó a manejar.
-¿Qué fue eso? Un zorro, o un conejo, «Un asesino » dijo su interior, No, eso no puede ser-
Martín siguió conduciendo y a los 3 Kilómetros observó que había un rótulo con tinta roja y con bordes blancos «BIENVENIDOS A CONDADO HELLSTROM".
-Vaya qué bonito nombre- pensó.
Más abajo decía :
«Población 100 Habitantes »
-Un pequeño pueblucho con tan sólo cien personas, uau que ¡increible!-
Martín temía a quedarse dormido, pero la idea de dormir en un hotel todavía le perturbaba.
«Motel» vio a lo lejos, en medio de los árboles con sus ramas escalofriantes.
-¿Qué hora será?- preguntó y tomó su teléfono en medio de los paquetes, -Que tarde es- gritó
Eran las 00:20, Martín quería quedarse en el auto como lo había hecho otras veces, pero en parte temió ya que en la carretera lo único que había eran árboles y arbustos, y los grandes campos que parecían que no tenían fin.
-Dios que hago-
Martín no tenía más elección y se dirigió hacia el hotel.

100 VírgenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora