100 Vírgenes

5

Una persona con túnica roja bajo del auto, y se dirigió hacia la puerta para sacar "la carga" y abrió el portón.
Martín asustado vio qué estaban bajando a niñas , unas eran las qué estaban en las fotografías.
-¿Qué demonios?-
Martín se agacho y estaba asustando, entonces se levantó nuevamente y vio que a todas las niñas estaban caminando hacia la cueva, eran demasiadas.
Martín las comenzó a contar y sólo contó a 55.
Todo el grupo había entrado.
-¡Voy a salir!-
Martín abrió la puerta y un grupo de la secta estaba viéndolo. Entonces ellos tomaron una piedra y le cayó a él en la frente.
Martín se desmayó.
Martín olía algo, era putrefacto.
Despertó.
-Hola, ay alguien aqui- gritó
Seguía oliendo.
Ese olor le recordaba a algo.
-la cueva- dijo su mente.
-esa es la cueva-
Martín no veía nada, pensó que había quedado ciego.
Él sintió qué le tocaban la cabeza y le desamarraban algo.
-¡qué!- exclamó asustado.
Vio que estaba atado de manos a pies en unos palos en forma de cruz.
-¡qué demonios es esto!- gritó.
La cueva tenia unas 500 velas, algunas ya estaban gastadas y la cera estaba regada en la tierra. Pero todo el lugar estaba alumbrado simplemente por velas.
La cueva era larga, y no se miraba el fin de ella.
-¿quienes son ustedes?- volvió a gritar.
Martín estaba en una esquina de la cueva, y si pensaba escapar, no sabía de que lado era si izquierdo o derecho, ya qué estaban los dos lados oscuros.
Martín vio qué más en el centro habían unas 97 personas vestidas con túnicas rojas, pero lograba ver que al centro de ellos resplandecía algo, no se podía ver.
Eran las niñas.
-¡qué harán con ellas!- gritó.
La cueva tenía eco.
Su corazón comenzó a latir y el miedo lo atrapó.
-¿Roberto?-
Martín pudo ver qué su jefe era parte del grupo, y tenia una túnica dorada, a la par de Roberto estaba el anciano y la primera persona que le había entregado el paquete.
-Mi querido Martín, qué bueno que seas parte de nuestro ritual-
-¡qué!- gritó
-seras parte de nuestro ritual de las 100 vírgenes-
-Sácame de aquí-
El anciano y el otro hombre soltaron una risa.
-Qué empiece el ritual- dijo Roberto siendo el jefe.
Los 97 miembros del grupo levantaron las manos y comenzaron a cantar en lenguas.
El corazón del joven comenzó a latir más fuerte, estaba asustado.
Los 97 se arrodillaron dejando en medio a las 100 niñas.
Seguían cantando en lenguas.
Las niñas estaban drogadas y no podían moverse, no sabían en donde estaban.
La cueva emitió un sonido y se escucharon unos pasos pesados.
-Porfavor quiero salir- gritó Martín.
Roberto y los otros 2 se pincharon el dedo índice y dejaron caer la gota de sangre en un libro.
En la oscuridad de la cueva se escuchaba que alguien iba hacia ellos.
Los 97 se hicieron a un lado dejando a las 100 enfrente de la oscuridad.
-Pero qué es eso- gritó Martín, cuando de la oscuridad profunda salió una criatura qué Martín jamás pensó que existía.
-Amado jefe Scautklind, te ofrecemos a tus 100 vírgenes -
Los 97 comenzaron a cantar en latín en voz alta.
-¡Ayuda, Ayúdenme!
Los ojos de los 97 se volvieron blancos y comenzaron a convulsionar, pero seguían cantando.
Roberto, el anciano y el hombre comenzaron a gritar y sus ojos se pusieron rojos como la sangre.
Scautklind era una bestia de dos metros que tenia cuatro patas y en ellas tres dedos, no poseía ojos , solo un olfato. Un olfato para las vírgenes, tenia escamas y de su boca salia pus verde. En su lomo tenía plumas, las venas se le marcaban. tenia unos dientes como un tiburón.
Eran las 12:00 am.
Roberto tomó una antorcha en llamas y quemó a Martín.
Mientras qué su cuerpo se iba quemando y olía su propia carne, Martín observaba qué la bestia se devoraba a las niñas, los 97 cantaban en latín, y los tres hombres levitaron 20 cm.
Martín por fin murió.

Paso un mes , el cuerpo de Martín nunca fue encontrado.
El condado HELLSTROM había quedado solitario como siempre.

En el periódico de la ciudad había un anuncio de Broch's solicitando a un nuevo asistente de Correos.