XXIV

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#2 en Hombres Lobo


  —¿Y qué le dijiste? —pregunta él.

  Ha pasado una semana desde mi emotivo reencuentro con Hunter. Siete días en los que no he dejado de pensar en cómo acabó aquella dolorosa conversación.

  —Nada. No pude hablar.

  Cuando Hunter volvió a advertirme sobre lo que conllevaba saber todo de él, no supe si podría podría con todo aquello. Quería todo de él. Quiero todo de él. ¿Pero lo seguiré queriendo después de saber la verdad? ¿Cómo de malo puede ser su pasado?

  —Lo siento —susurra el rubio cabizbajo.

  Ante mi silencio, él negó dolido y me llevó hasta la mansión. Una vez allí, tanto Rafael y Martha como los chicos, corrieron a recibirme y fundirme en un efusivo abrazo grupal. Cuando este llegó a su fin, busqué a Hunter, pero ya se había marchado. Conozco cómo se sentía: sólo y fuera de lugar. No quería que se fuese, pero igualmente sucedió.

  Aquella misma noche, se me narró todo lo sucedido durante mi ausencia. La tristeza y el vacío se adueñó de la gran casa y todos rogaban por mi vuelta.

  Debo decir que me sorprendió que mi huida alterara el estilo de vida de los chicos. Ninguno quiso salir de fiesta, por lo que el ranking de puntos seguía tal y como lo había visto por última vez.

  —Amber Told volvió a las andadas, enana.

  Dejo atrás mis reproches mentales y elevo una ceja sorprendida.

  —¿Qué ha sido esta vez? —preguntó cansada.

  Collins y Kate se miran entre sí, como si discutieran en la mente del otro. Frunzo mi ceño enfadada y carraspeo.

  Estamos sentados en la mullida moqueta roja de la biblioteca. En el mismo pasillo en el que forjé mi amistad con Collins. Hablamos bajo la perfección de Cumbres Borrascosas y 1984, estropeando su divinidad con nuestros rumores y mal habladurías.

 —Ha sido como antes. Quizás un poco más intenso —responde finalmente Kate cabizbaja.

  Miente. Sé que miente. Nada ha vuelto a ser como lo era antes. Ni yo, ni mi confianza ni la situación. Vivimos en una burbuja ideal, aislados de la cruel realidad que transcurre frente a nosotros. Disimulamos, actuamos y nos engañamos. Y solamente cuando ya nada es sostenible, cerramos los ojos para no ver; nos tapamos los oídos para no escuchar; y cosemos nuestros labios en silencio. Todos fingen para no sentir.

  Collins rehuye a mi mirada observando la infinidad de títulos que cuelgan sobre nosotros; Kate juega con los delgados dedos de sus manos en su regazo; y yo los miro buscando una solución definitiva. Una mala hierba que debo podar. El problema aquí, es que ni Amber es una planta ni yo tengo unas tijeras que puedan acabar con la raíz de su maldad.

 —¿Por qué es así? —pregunto intrigada.

  Collins eleva sus eléctricos ojos azules y dice:

 —Porque a veces, cuando una persona quiere llegar a lo más alto, no le importa pisar a las que están abajo para conseguir lo que quiere.

  Esto me hace pensar en Hunter. Sin duda, él está sobre todos los demás; pero, ¿a qué precio?

"Llamado el bastardo, el desliz y mayor vergüenza del rey Röml".

  Considero este como el centro de los problemas de Hunter. Supongo que su padre se avergüenza de él. Además, dudo mucho que la reina sea feliz viendo al fruto de la infidelidad de su marido cada día. ¿Será Seth tan incomprensivo con Hunter como creo que es el resto de su familia?

Wolf HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora