Día treinta y ocho

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25 de septiembre. 


Me viniste a visitar a mi casa, 

te sentaste en la mesa a hablar con mi madre, con mi hermana, conmigo, 

te preparé un té, te serví mis galletas preferidas. 

Dijiste que tenía que comenzar de nuevo con mi vida, y que tu me acompañarías. 

Habíamos hablado esa madrugada hasta las dos de la mañana, luego verte me hizo sentirme, feliz. 

Estuviste un rato compartiendo tus historias, nos reímos entre todos. 

Juntos, llevamos a mi hermana al instituto, y luego dimos un par de vueltas por la ciudad en tu auto. 

Nos volvimos a besar, a tocar, a mirar, a sonreír. Pude oler tu perfume, escuchar tu risa, reinos juntos. Y me hizo sentirme completa. 

Hablaste sobre que me habías extrañado, que pensabas en mi, que querías que lo volviéramos a intentar. Te dije que estaba dispuesta a todo por ti. 

Pasamos un tiempo conversando, escuchando esa música que yo odiaba y a ti te encantaba. Llegamos al acuerdo de que "primero me tenía que recuperar yo, y luego hablaríamos sobre lo nuestro". En realidad, no me importaba en absoluto mi intento de suicidio, te tenía a ti. ¿Hizo falta cometer esa estupidez para volver a tenerte de vuelta? No lo sé, pero funciono. 

Y me decías "te quiero", repetíamos nuestros apodos, nuestras tradiciones. 

Yo en realidad te amo, y sé que cuando estamos juntos, tu también lo sientes. 



HELL (1)༺|༻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora