Si, ahí estaba yo.
Riendo, llorando y gritando.
Estaba feliz, pero confundida. Con una mezcla terrible de sensaciones que no sabría distinguir si sonreía o lloraba.
Leía y volvía a leer tu mensaje.
Me preguntaste como iba todo...
¿Que como iba todo? Cariño, me rompiste el corazón, y me preguntas ahora ¿que como va todo?Hablamos hasta muy tarde. Diría yo una o dos de la mañana. Cada que escribía un mensaje lo enviaba con el miedo a que ya no respondiaras. Siempre respondías.