Cuaderno 1.
3 de julio del 2002.
Vacía y llena, así me siento. Sé que es una contradicción pero es la cruel realidad.
Tengo tanto en la mente que por las noches me cuesta dormir, y tengo tan vacío el corazón que todos los días al abrir los ojos me pregunto: ¿Para qué? ¿Para qué seguir si estoy sola? A nadie le importa si vengo o voy.
A los que realmente les importaba qué hacía con mi vida, murieron o simplemente los alejé. Ver la compasión en sus ojos me hacía sentir más sola.No quiero compasión, quiero volver el tiempo atrás y que nada de esto haya sucedido. Lo peor, cuaderno lila de hojas rayadas, es que nada de esa tragedia tuvo, tiene ni tendrá sentido. Nadie ganó nada, todos perdimos.
Camino por las calles y veo carteles con caras de personas que ya no habitan el mundo. Los noticieros aún hablan de aquello, hay grupos de oraciones, programas de ayudas para los familiares de las víctimas y los sobrevivientes, promesas de indemnizaciones y demás cosas.
Pero ¿sabes qué? Nada cambiara. Nada cambiara el hecho de que aquella mañana morimos miles de personas; algunos seguimos en la tierra pero sin alma, con el corazón roto, con las tristeza a flor de piel.
Así qué, luego de hacerme esa pregunta sin respuesta, me levanto, me ducho y voy a trabajar. Ese es mi día a día, no sé porqué lo hago y no veo que cambie pronto, pero aunque no le encuentre sentido, seguiré con mi rutina.No sé cuál será mi futuro, no sé si tengo alguno... Sólo espero que sea más claro que mi presente. Sólo espero que la tristeza deje de crecer porque siento que me estoy ahogando.
Cee.