Si me preguntas a mí, te daré 1000 veces la misma respuesta,La vida es una eterna adolescente, caprichosa mujercita que va de rabieta en rabieta.
Te da alas y te da motivos, te da ilusiones y te hincha el alma de sueños, luego te quiebra la voluntad con obstáculos, te llena la boca de excusas y de peros.
Te inyecta adrenalina pura, te enciende la piel como nunca crees volverás a sentir, dilata tus pupilas sólo para que puedas ver, como regresan tus aspiraciones a tus pies a morir.
Te alimenta y te quita la sed, te hace creer que nunca nada te faltará, te pone a prueba con la certeza de que te verá caer, ella dicta la hora, el tiempo y el lugar.
¿Qué rayos puedo hacer contra tal fuerza? contra tanta saña y tanta maldad, es como querer controlar a la naturaleza, al innombrable y mas fuerte huracán.
Te diré que nada se me ocurre, te diré que aún no puedo vencerla, pues no soy yo más que otra adolescente, adolorida y errante como ella.
Algo me dice que ella tampoco trae manual, porque aún ni yo he encontrado el mío, ni yo misma logro entenderme, mi cabeza es un caos y a la vez un placentero vacío.
No hay tal cosa como negro o blanco, mi voluntad parece una escala de infinitos grises, y entre ellos trato de hallarme, de barajarme entre los matices.
Trato de ver en mi sombra una figura, una silueta, un molde, un esquema; y entre mas miro más me alcanza la penumbra, ya no hay nada que mirar, mi alma vuelve a estar a ciegas.
Pero el sol siempre volverá a salir, no importa que tan larga que tan oscura sea la noche, si el sol no se resiste a morir, no lo harán tampoco mis ilusiones.
Confío en que pasarán tantas lunas como sean necesarias y que mis ojos verán todos sus amaneceres, que algún día tendré la experiencia bendita de los años, que me ayude a vencer a la eterna adolescente.
Porque entonces seré yo quién la mire con superioridad, y ella sabrá que yo he vencido, que sus caprichos ya no pueden lastimarme, que ya no soy la de otrora...que yo he crecido.
y ahora será ella parte de mi pasado, será la dueña y señora de mi dulce olvido. Querida enemiga, aún no me rindo.