2.El método

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Con los años la situación empeoró. Todo adolescente sabe que sobrevivir en el colegio no es fácil. Para poder encajar, se fijan estándares sociales muy altos, que a decir verdad, no están al alcance de una persona como yo. Celulares modernos, tabletas, computadoras portátiles, hasta simples cuadernos de resortes, son un lujo que no podía cubrir.

En el orfanato no dejaban a los huérfanos trabajar, me limitaba a una pequeña beca de $30 que llegaba cuando quería. Por lo que me la tenía que arreglar para poder sobrevivir.

El dinero es un recurso esencial, no puedes pretender sobrevivir sin dinero. Y más en una sociedad tan exigente como en la que vivimos.

No paraba de escuchar el famoso sermón de los adultos que dice; "El dinero no lo es todo", ¡por favor! ¿A quién engañan?, el dinero lo es todo, hasta para comprar papel higiénico se necesita. Es simple, el dinero, es la base de nuestra existencia. Sin dinero, o morimos, o no somos nadie.

Iba viendo como al pasar los años del colegio todo se iba haciendo más difícil. Encajar no era fácil, en realidad era imposible para una persona como yo, huérfano, pobre, y sin amigos.

Frecuentaba las visitas a la biblioteca del colegio, en busca de algo que me mantuviera entretenido; "No es tan fácil", fue el nombre del libro que encontré un poco escondido en la sección de literatura latinoamericana. Un libro policial que narra la historia de un viejo agente anti drogas en persecución de un súper narcotraficante con millones de dólares. La historia inmediatamente me atrapó.

Conforme recorría las páginas del libro, la historia me atrapaba más y más. Me asombraba la agilidad del narcotraficante para ocultar sus pistas, su astucia para transportar el producto y su forma para ganar dinero de una forma tan sencilla.

¡Eso es! Fue lo que se me vino a la mente, quizás podría empezar en este negocio tan lucrativo, pero, había cosas que debía considerar; su ilegalidad, sabía por el libro que estas personas son realmente peligrosas, y por último, no podría salir de este negocio por el resto de mi vida. Pero, el dinero era lo que ocupaba, y esa, era la única opción que tenía. Me pareció motivo suficiente.

Por supuesto, debía pensar en cómo conseguir el producto y en cómo venderlo. Una ventaja que tenía es que, ya sabía mucho del lenguaje urbano que se usaba para traficar el producto en las calles.

Me dirigí a una solitaria esquina por la zona roja de San José, mientras veía a los cables del tendido eléctrico, tratando de encontrar un par de zapatos unidos de sus cordones, guindando de un cable de electricidad. Sí, es muy común verlos. Por lo general las personas cuando los ven, piensan que es una simple broma de niños, o algo así. Lo que no saben, es que, en el lenguaje urbano, lo que indica es la presencia de un "dealer", o un vendedor de drogas en esa calle.

Me senté en una banca cerca del par de zapatos, esperando poder observar algún movimiento. Sentí la presión de que lo que estaba haciendo era peligroso, aunque aún no hubiera hecho nada malo aún, no podía evitar tener sentimiento de que debía de ahí irme inmediatamente.

Analizaba los movimientos de cada persona que pasaba cerca, para poder enterarme si se trataba del dealer de esa calle.

Pasaron unos cuantos minutos, un adolescente de unos 13 años caminaba tranquilamente por la otra esquina. No es él, pensé, es muy pequeño para estar metido en esta mierda. Pero justo en medio de mi pensamiento, logré apreciar a la distancia como el niño sacó una pequeña bolsa de papel, con un contenido que, lo que suponía, se trataba de marihuana.

Mi corazón inmediatamente aumentó su palpitar. Lo sé, era un niño nada más, pero no podía evitar pensar, que lo que estaba haciendo era ilegal, y que yo podría salir con problemas.

Amor y CrimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora